Me dan ataques de orden cuando veo en el telediario que Gene Hackman, por ejemplo, murió rodeado de ratas en una casa repleta de basura. Esto no puede ser, me digo, colocando los bolígrafos por colores, por tamaños, por tiempo de uso… El caso es fabricarme la ilusión de que cada cosa está en su lugar. Cuando llevo mucho tiempo sin mirarme las manos, las coloco con urgencia ante los ojos para ver si los dedos siguen en su sitio. Al dejar de observarlos, cambian de lugar. Es tal el desorden del mundo, dirigido por homínidos como Trump, que corro a la cocina y coloco los cuchillos con el filo del mismo lado. La cocina tiende al caos por lo que tiene de ferretería.
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