Adiós a Francisco

Se ha muerto el Papa Francisco el lunes de Pascua, cuando dicen que mueren los hombres santos, y ahora toca a casi todos hablar bien de él. Es buena cosa honrar a los muertos y este loco de Dios que se nos ha ido trabajando sin cesar hasta el último segundo sonreía cada vez menos, como casi todos los Papas al envejecer, y, debilitado y frágil en su silla de ruedas, a una le parecía más digno de admiración en su entrañable humanidad que cuando a veces se mostró, como hombre que era, impaciente, imprudente, de mal genio fácil o, simplemente demasiado hablador. Claro que no gustaba a muchos, católicos dicen que conservadores, mas la mayoría de ellos, por su sincera religiosidad, le respetaban aunque fuera por obligación. En España encantaba a la izquierda, desde Podemos, donde el lenguaraz Iglesias pretendió en su insensatez compartir trinchera con él, a Sumar, cuya relamida lideresa casi entraba en éxtasis al visitarle y cómo no al PSOE. Tal vez por eso, en un gesto que muchos consideran incoherente, se han decretado tres días de luto oficial en un estado aconfesional pero a una le parece muy bien, pues lo considera coherente con el respeto y la consideración hacia los sentimientos religiosos de los católicos españoles, que somos mayoría.

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