Los apicultores se enfrentan a una crisis sin precedentes en todo el mundo, además de por las especies invasoras, por la proliferación de enfermedades. Una investigación en torno a este último problema ha supuesto un rayo de esperanza: un método revolucionario promete reducir la dependencia de tratamientos químicos, protegiendo así a los polinizadores.
El estudio, publicado en ‘Frontiers in Bee Science’, propone una solución innovadora, denominada ‘UBeeO’, que tiene que ver con los olores: una herramienta que evalúa el comportamiento higiénico de las abejas mediante feromonas sintéticas.
«Los apicultores están perdiendo abejas a un ritmo insostenible», alerta Samantha Alger, autora principal del estudio. En las décadas de 1980, las pérdidas oscilaban entre el 10% y el 12% al año, pero hoy superan el 30%-50%. «Imaginen si le sucediera a un ganadero con sus vacas o sus cerdos», agrega.
Aunque las poblaciones de abejas melíferas se mantienen estables gracias a la cría intensiva, este esfuerzo consume tiempo, recursos y amenaza a las abejas silvestres, que pueden contagiarse de patógenos presentes en las colmenas gestionadas por humanos.
Abejas junto a una colmena. / Pixabay
El método ahora descubierto tiene que ver con el comportamiento higiénico de las abejas nodrizas, que son capaces de detectar y eliminar a las crías muertas y enfermas, en cuyo caso desoperculan (eliminan las tapas de cera) la celda y retiran la pupa para proteger el resto de la colmena.
Tradicionalmente, los apicultores evaluaban este rasgo con métodos como el ‘ensayo de cría congelada’, que implica matar una sección de pupas con nitrógeno líquido y observar si las abejas las retiran. Sin embargo, ‘UBeeO’ representa un avance capital: utiliza feromonas sintéticas que imitan las señales químicas emitidas por crías enfermas o moribundas, sin necesidad de dañarlas.
Umbrales de resistencia
«En lugar de evaluar la capacidad de las abejas para identificar crías muertas, esta prueba mide su habilidad para detectar crías enfermas, algo más realista», explica Alger.
«Las señales de una cría enferma son más sutiles que las feromonas de la muerte, pero igualmente críticas», explica Kaira Wagoner, codesarrolladora de ‘UBeeO’, que identificó los compuestos químicos asociados a estos olores durante su doctorado y cofundó una empresa para llevar la tecnología a los apicultores.
El estudio analizó colonias de abejas en Estados Unidos y Australia, regiones con condiciones ambientales y patógenos diversos. La prueba ‘UBeeO’ consiste en rociar feromonas sintéticas en celdas operculadas y calcular el porcentaje de ellas inspeccionadas o limpiadas por las abejas en dos horas.
Las colonias con puntuaciones más altas mostraron menor carga de enfermedades como Vairimorpha, cría yesificada (causada por el hongo Ascosphaera apis) y virus asociados al ácaro Varroa destructor.

Las puntuaciones altas de ‘UBeeO’ muestran más áreas donde las abejas han alterado las celdas para inspeccionar a las abejas en desarrollo en busca de enfermedades, lo que indica que muestran un comportamiento más higiénico. / Vermont Bee Lab
Uno de los hallazgos clave fue la identificación de umbrales de resistencia específicos para cada patógeno. Por ejemplo, las colonias necesitan una puntuación ‘UBeeO’ del 13% (porcentaje de células alteradas) para resistir la cría yesificada, mientras que para controlar el ácaro Varroa se requiere al menos un 55%-60%.
«La respuesta de las abejas depende de la virulencia de la enfermedad«, señala Wagoner. La cría yesificada mata rápidamente a las larvas, por lo que las señales químicas son más intensas y fáciles de detectar. En cambio, Varroa actúa como vector de virus y se reproduce dentro de las celdas, lo que exige una higiene más precisa para interrumpir su ciclo.
Desafíos por resolver
El estudio también reveló que ‘UBeeO’ puede identificar colonias resistentes a Vairimorpha, un patógeno que afecta a abejas adultas, no a crías. «En el caso de los vairimorfos, lo que hacen es un misterio«, admite Alger. «Podría haber otros comportamientos además de los que conocemos», añade.
Los investigadores sugieren que las colonias higiénicas podrían eliminar adultos infectados o evitar la propagación de esporas a través de alimentos contaminados. La incorporación de ‘UBeeO’ en programas de cría podría reducir el uso de acaricidas y antifúngicos, cuyos efectos secundarios perjudican a las abejas, señalan los autores.
«Es más conveniente tener colonias que se autogestionen que depender de intervenciones químicas«, afirma Alger. Además, al disminuir la carga de patógenos en colmenas gestionadas, se mitigaría el riesgo de contagio a polinizadores silvestres, muchos de ellos en declive por el mismo problema.

Enjambre de abejas. / Pixabay
Aunque ‘UBeeO’ ya se prueba en diez países y existen programas de mejoramiento en cinco de ellos, Wagoner reconoce que es una «tecnología aún muy joven», con desafíos por resolver. Por ejemplo, el estudio no controló el efecto de enfermedades preexistentes en el comportamiento higiénico, ni exploró los mecanismos genéticos detrás de esta resistencia.
«Necesitamos validar estos umbrales en otras poblaciones y confirmar si se traducen en mayor productividad o supervivencia», añade Wagoner, que destaca que este avance no solo beneficiaría a los apicultores, sino también a la seguridad alimentaria global: el 75% de los cultivos dependen de polinizadores.
«Seleccionar colonias resistentes es una estrategia holística para una apicultura sostenible», enfatiza Alger. El siguiente paso será ampliar su aplicación y desentrañar los secretos biológicos que hacen a algunas abejas más resilientes que otras.