El Papa Francisco falleció este lunes a los 88 años debido a complicaciones derivadas de una neumonía bilateral que culminaron en un ictus.
Un gracioso gesto recordado del Papa Francisco tuvo lugar en Nápoles, cuando sorprendió a todos al aceptar una pizza que le ofreció un pizzero local mientras se desplazaba en el papamóvil.
Francisco rompió con la imagen blindada de sus predecesores al elegir un papamóvil abierto, que permitía mayor visibilidad, pero también más interacción con los fieles. “Prefiero correr el riesgo del contacto humano a vivir encerrado detrás de un cristal”, dijo en más de una ocasión. Esta decisión no solo redefinió la seguridad papal, sino que reforzó su mensaje de humildad y apertura.
El encuentro con la pizza no fue una anécdota aislada, sino parte de una manera de ejercer su liderazgo. En lugar de un pontífice distante, Francisco optó por recorrer calles y plazas como uno más, estirando la mano, recibiendo cartas, besando niños y, sí, aceptando una pizza con una auténtica sonrisa.