El Hijo Predilecto de Tejeda Marcos Sarmiento, ‘Marquitos, el molinero’, falleció este miércoles a los 104 años. Sarmento Rodríguez (1920-2025) nació y pasó sus primeros años en Cuba, hijo de la emigración isleña, pero gran parte de su siglo de existencia la pasó en la Cumbre, donde ha dejado una amplia estela, gracias en buena parte a su molino de La Culata.
Marquitos nació el 18 de junio de 1920 en Ciego de Ávila, en Cuba. Sus padres eran emigrantes isleños, que buscaban en el Caribe nuevas oportunidades de vida. Cuando apenas tenía tres años, la familia decidió regresar a su tierra, instalándose primero en la capital y más tarde se fueron hacia la Cumbre, de donde procedía su madre. De ahí que apenas tuviera recuerdos de esa primera experiencia vital en Cuba. Eso sí, en alguna ocasión manifestó que le hubiese gustado volver, aunque las horas de vuelo «eran muchas» para su frágil corazón.
Durante casi 20 años llevó un molino propiedad de su padre en La Culata (Tejeda) junto con su mujer Corina, a la que conoció trabajando en el molino de gofio. Con ella vivió 61 años de matrimonio. «Mis padres tenían unos molinos en Tejeda, de molinero estaba un hermano mío, pero se enfermó y me tuve que poner yo al frente, estuve 15 años y ahí me nacieron nueve hijos, en Las Palmas nació el décimo», dijo en alguna ocasión.
Marcos no tuvo la oportunidad de estudiar. La vida fue su colegio. «Cuando vine de Cuba mi padre puso una tienda en La Isleta, en la calle Pérez Muñoz, y con siete años, mi abuelo paterno que tenía una lechería en Las Palmas, le pidió a mi padre llevarme a vivir con él y con mi abuela porque vivían solos. Mi madre le dijo que sí, con la condición de que me pusieran en la escuela; pero la escuela que me dio mi abuelo fue un gancho y dos cacharros, y de madrugada llenaba yo dos bidones de 200 litros, esa fue mi escuela. A trancas y barrancas aprendí un poco a leer, escribir y algo de números. Lo hice a través de un tío mío que repartía mercancía, y yo me fijaba en como hacía las facturas más alguna explicación que él me daba. Lo hice sin nociones de ortografía, por eso escribo vaca tanto con ‘b’ como con ‘v», señalaba en una entrevista ‘Marquitos’.
Además, nada más empezar la Guerra Civil, fue llamado a filas y tuvo que viajar a Madrid. Estuvo en primera fila en la orilla del Jarama. Sin salir de la trinchera, pasó trece meses y cinco días. «Vivíamos rodeados de muertos por todos lados, yo era chiquitillo», confesó.
Durante la pandemia, llegó a manifestar que fue feliz, en gran parte gracias a su numerosa familia y a su Tejeda, el pueblo que le vio crecer, trabajar, y al que contribuyó también en su faceta laboral.
En 2020, el Ayuntamiento le concedió el título de Hijo Predilecto, cuando contaba con 99 años. También le entregaron a este vecino del barrio de Los Manantiales un cuadro en homenaje. En él se podía leer: «El hombre sencillo que ha sabido sacar lo mejor a la vida. Un siglo de pura dedicación a su familia y a su tierra, Tejeda».
El alcalde de Tejeda, Francisco Perera, recordaba este miércoles tras conocer la noticia que Marcos Sarmiento Rodríguez una persona muy conocida en el pueblo. Sobre todo, porque gracias a su molino ayudó a muchas familias a superar la hambruna de la posguerra.