Prácticamente todo lo que sabemos sobre la historia de los gladiadores y sus heroicas batallas es a través de las palabras de los cronistas de la época y las imágenes esculpidas en mosaicos. Gracias a estas fuentes, miles de años más tarde, seguimos hablando de las épicas peleas entre guerreros de distinta índole en las que, a veces, incluso intervenían animales tan feroces como leones y elementos tan gigantescos como barcos. ¿Pero de verdad existieron estas batallas? ¿Eran tan crueles y sangrientas como recogen los relatos? ¿Y de verdad conseguían involucrar animales exóticos como los leones? Tras décadas de debate, un equipo internacional de investigadores ha logrado encontrar el primer esqueleto de un gladiador con claros signos de mordedura de un gran felino. Se trataría, dicen, de la primera prueba empírica de estos –casi inverosímiles—enfrentamientos.
La prueba definitiva de la existencia de estas sangrientas batalladas se ha hallado en una colina del norte de Inglaterra. Según relatan los investigadores en un artículo publicado este miércoles en la revista científica ‘PLOS ONE’, se trata del esqueleto de un hombre de entre 26 y 35 años que vivió entre el año 200 y 300 de nuestra era, en pleno apogeo del imperio romano, y que fue enterrado en el cementerio romano de Driffield Terrace, a las afueras de York, una ciudad que durante el Imperio llegó a ser capital militar del norte y hogar de emperadores como Constantino. Por el tipo de enterramiento ritual, los investigadores han podido determinar que se trataba de un gladiador experto. Probablemente de un Bestiarus experto en batallas con animales. ¿Pero qué más podemos saber de su historia?
Los arqueólogos han hallado el esqueleto de un «gladiador experto» de entre 26 y 35 años que murió tras una batalla con un león
Cementerio de gladiadores
El análisis forense del esqueleto, liderado por el profesor Tim Thompson, de la Universidad de Maynooth (Irlanda), ha revelado una serie de marcas punzantes en la pelvis de este individuo. Estas heridas fueron comparadas con un amplio catálogo de mordeduras animales, incluidas las de leones, y finalmente se determinó que las lesiones «coinciden inequívocamente» con las heridas causadas por los colmillos de un gran felino. «Es la primera vez que encontramos este tipo de pruebas directas. Hasta ahora, todo lo que sabíamos sobre los combates entre hombres y bestias se basaba en la iconografía o en textos«, afirma Thompson tras la publicación de este trabajo.
Los análisis indican que las lesiones halladas «coinciden inequívocamente» con las heridas causadas por los colmillos de un gran felino
Pero eso no es todo. Todo apunta a que este yacimiento británico, excavado por primera vez en 2004, podría ser un cementerio de grandes gladiadores romanos. Hasta la fecha se han recuperado 82 esqueletos masculinos, todos con características físicas compatibles con una vida de entrenamiento intenso y combates frecuentes. Muchos presentan signos de haber sido decapitados, lo cual sugiere prácticas funerarias particulares, quizá reservadas a los gladiadores caídos. En el caso del individuo mordido por el león, por ejemplo, se encontraron signos compatibles con muchas heridas de gravedad y entrenamientos de fuerza.
Logística de combate
El hallazgo de estas mordeduras de león en el esqueleto de un gladiador no solo nos habla de cómo murió este individuo sino que, además, aporta más información sobre la impresionante logística detrás de estos combates. «La presencia de un león en York es un indicio claro de qué tal organizado estaba el entretenimiento romano incluso en regiones periféricas del imperio como es el caso de Gran Bretaña», señala Malin Holst, osteoarqueóloga de la Universidad de York y coautora del estudio. En esta misma línea se posiciona David Jennings, director de York Archaeology, quien afirma que «este hallazgo nos recuerda que, incluso en los confines del imperio romano, los espectáculos públicos eran una poderosa herramienta de control social y político«.
«La presencia de un león en York es un indicio claro de qué tal organizado estaba el entretenimiento romano incluso en regiones periféricas del imperio»
Los expertos afirman que este descubrimiento también abre nuevas líneas de investigación sobre el tráfico de animales exóticos en el imperio romano. Es decir, ¿cómo se organizaban los antiguos romanos para capturar leones y llevarlos hasta la lejana York? ¿Qué logística había detrás de esto? ¿Cada cuánto se realizaba? ¿Y por qué escogían concretamente leones y no otros animales exóticos que también podrían haber dado espectáculo? «Estos hallazgos nos obligan a revisar el alcance de la infraestructura imperial dedicada al entretenimiento y también a reflexionar sobre cómo los romanos exhibían su poder a través de estos juegos relacionados con la sangre«, concluye el coautor John Pearce, de King’s College London.
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