El papa Francisco era un hincha. Con todas las letras de la palabra y el mayor de sus sentidos. Nació en el barrio de Flores de la ciudad de Buenos Aires y, como buen argentino, vivió siempre bajo la fe del fútbol. Se crio acompañando a su padre al estadio de San Lorenzo de Almagro, el equipo de otro distrito del que él era devoto. Durante los años esta relación con el deporte rey fue intensa y nunca ocultó su pasión, pese a haberse definido como un «pata dura» que no jugaba bien. Por ello, su muerte también se hace sentido sobre el césped.
Jorge Mario Bergoglio —ese era su nombre secular— se crio como cualquier niño: con el balón pegado a los pies. Jugaba en las calles de su Buenos Aires natal y cada fin de semana de partido visitaba Viejo Gasómetro junto a su padre, para ver los partidos de su San Lorenzo. Soñaba con las increíbles jugadas de Rinaldo Martino, René Pontoni y Armando Farro, una delantera que repitió durante toda su vida, al igual que el resto del equipo titular del ‘Ciclón’ de 1946. Ese equipo, campeón en Argentina y recordado por una gira legendaria por España y Portugal, lo conquistó.
El Papa Francisco sonríe al recibir una camiseta de su equipo de fútbol favorito, el San Lorenzo argentino, en 2019. / EFE
Ahora ese fútbol se queda huérfano del Papa más futbolero que ha habido en la historia. Uno que firmó y recibió montones de camisetas de infinidades de equipos y selecciones, que recibió ofrendas de los mismísimos Maradona y Messi. Y todos esos objetos pueden verse en el Museo del Vaticano, en una sección en la que se muestran los obsequios que durante estos años de papado recibió: trofeos, insignias, fotografías y camisetas firmadas. También forma parte de la exposición el carné de socio de San Lorenzo con el número 88235.
San Lorenzo, de hecho, anunció hace unos meses que su nuevo estadio —ubicado en el terreno del Viejo Gasómetro— llevará el nombre del papa Francisco, aunque él mismo admitió que la idea no le resultaba muy atractiva.
Pero más allá de su identificación con el equipo azulgrana, para el papa Francisco, el fútbol era una herramienta social. Una palanca para el cambio. «El deporte es un medio para expresar los propios talentos, pero también para construir la sociedad. El deporte, de hecho, nos enseña el valor de la fraternidad (…) En el campo, no importa el origen, la lengua o la cultura de una persona. Lo que importa es el compromiso y el objetivo común. Esta unidad en el deporte es una poderosa metáfora de nuestras vidas. Nos recuerda que, a pesar de nuestras diferencias, todos somos miembros de la misma familia humana», dijo a comienzos del año pasado en la recepción de la asociación deportiva Athletica Vaticana.

Messi y el Papa Francisco, en agosto de 2013. / EFE
El papa Francisco, valorado por su voluntad de generar una evolución en la sociedad, no vivió ajeno a los debates públicos. En más de una ocasión fue preguntado por su preferencia entre los dos grandes astros de fútbol, Maradona y Messi. Pese a ser argentino, el papa Francisco sorprendió a todos con un veredicto que no dejó a nadie indiferente.»Yo agregaría un tercero, Pelé. Son los tres que yo he seguido. Maradona fue un grande, pero como hombre falló. Messi es correctísimo, un señor. Pero para mí, de estos tres, el mejor es Pelé«, dijo en una entrevista en la RAI italiana, señalando así al que para él fue el mejor futbolista de la historia.