La ficción táctica del Su-75: un caza para vitrinas y no para el cielo

El Su-57 apenas avanza en producción y el Su-75 no despega, afectados por sanciones, falta de clientes y deterioro industrial por la guerra.

Desarrollo limitado del Su-57 ante sanciones y escasez de insumos

La producción del Su-57 Felon, el primer caza furtivo ruso de quinta generación, continúa con avances mínimos. Desde que realizó su primer vuelo en 2010 y comenzó su integración parcial en 2020, el caza diseñado por Sukhoi ha acumulado apenas 22 unidades entregadas hasta fines de 2024, entre ellas varios prototipos. Aunque el objetivo es alcanzar 76 unidades para 2028, las sanciones impuestas tras la invasión a Ucrania han bloqueado el acceso a componentes occidentales esenciales. Un informe de Frontelligence Insight reveló la imposibilidad de adquirir equipos clave como el calibrador alemán MPPU-50 y las máquinas CNC Siemens KLE 360, afectando directamente los procesos de fabricación de radares.

Con una producción que no despega, el Su-57 enfrenta serios cuellos de botella en la cadena industrial rusa. La dependencia de microelectrónica y herramientas de alta precisión fabricadas fuera del país ha puesto en evidencia las limitaciones tecnológicas del complejo militar-industrial ruso. A pesar de sus capacidades teóricas de maniobrabilidad y tecnologías furtivas, el desarrollo se ve comprometido por una infraestructura heredada de la era soviética, sin capacidad para sostener un programa de esta magnitud bajo presión internacional.

Obstáculos clave en el desarrollo de cazas rusos

  • Hasta fines de 2024, se han entregado solo 22 unidades del Su-57.
  • El Su-75 sigue sin volar y continúa como prototipo estático.
  • Las sanciones restringen el acceso a semiconductores y maquinaria clave.
  • La guerra en Ucrania ha desviado recursos hacia drones y municiones.
  • El Su-57 ha sido usado solo en misiones de lanzamiento de misiles desde territorio ruso.
  • India abandonó el programa conjunto del Su-57 en 2018.

Las restricciones impuestas desde 2022 por Estados Unidos, la Unión Europea y sus aliados han afectado severamente el suministro de componentes fundamentales. Según Business Insider, la industria rusa requiere equipos como los atenuadores WA36 y las fuentes de alimentación PLR7 60-12, sin equivalentes locales disponibles. Las compras mediante intermediarios en China y Kazajistán ofrecen soluciones con fiabilidad reducida. Las sanciones de 2024 del Departamento del Tesoro estadounidense contra más de 400 entidades e individuos involucrados en tecnología militar rusa han agravado la situación.

Estancamiento total del Su-75 Checkmate sin vuelo de prueba

El Su-75 Checkmate, proyectado como un caza ligero de quinta generación para exportación, continúa sin volar. Presentado en MAKS 2021, su desarrollo ha enfrentado múltiples retrasos. Aunque se anunció su primer vuelo para 2023, la fecha se postergó a 2024 y ahora a 2025, con entregas que teóricamente iniciarían en 2026 o 2027. Sin embargo, el avión permanece como un prototipo estático. La Corporación Unida de Aeronaves (UAC) insiste en que el proyecto sigue en marcha, aunque sin respaldo financiero suficiente ni compradores confirmados.

El precio estimado de 25 a 30 millones de dólares por unidad no ha bastado para atraer contratos. Los recursos se han reorientado a otras prioridades como drones y artillería. A pesar de la promoción en ferias internacionales, como el Dubai Airshow 2021, el Su-75 no ha conseguido pedidos concretos. Analistas lo consideran un proyecto propagandístico sin viabilidad práctica, afectado por la escasez de semiconductores y la falta de inversión estatal sostenida.

Uso limitado del Su-57 y pérdidas crecientes en la guerra en Ucrania

Los ataques ucranianos han evidenciado la fragilidad de los activos aéreos rusos. En junio de 2024, un dron ucraniano dañó un Su-57 en la base de Akhtubinsk, a más de 370 millas del frente. Esta acción, documentada por el Royal United Services Institute, subrayó que Rusia evita desplegar el Su-57 en zonas de combate, restringiéndolo a ataques con misiles desde su propio espacio aéreo. A diferencia del Su-57, el F-35 estadounidense ya ha sido empleado en misiones reales en Irak y Siria, consolidando su operatividad.

La guerra ha forzado a Rusia a concentrar su producción en modelos previos como el Su-30 y el Su-35, que han sufrido cuantiosas pérdidas. De acuerdo con el portal Oryx, Rusia ha perdido al menos 134 aeronaves en la guerra hasta diciembre de 2024. Este nivel de desgaste ha limitado los recursos disponibles para el desarrollo de cazas más avanzados, dejando a programas como el Su-57 y Su-75 en un segundo plano frente a las necesidades inmediatas del frente.

Exportaciones estancadas por falta de socios y confianza

Los intentos de exportación del Su-57 han fracasado en atraer socios estratégicos. India, que inicialmente formaba parte del desarrollo conjunto, se retiró en 2018 por dudas sobre los costos y la madurez tecnológica del avión. Aunque Argelia firmó un contrato en 2019 por 14 unidades de la variante Su-57E, su entrega prevista para 2025 es incierta debido a retrasos. En noviembre de 2024, Rosoboronexport anunció un cliente extranjero no identificado, pero la falta de detalles ha generado escepticismo generalizado.

El Su-75, por su parte, no ha recibido ningún encargo oficial hasta la fecha. Su promoción en países de Asia, África y América Latina no ha derivado en ventas concretas. Según el Instituto Internacional de Investigación para la Paz de Estocolmo (SIPRI), las exportaciones militares rusas han disminuido desde 2022, reflejando una caída de confianza en la tecnología armamentista rusa tras su desempeño en el campo de batalla ucraniano.

Deficiencias tecnológicas frente a los cazas occidentales

En el terreno técnico, el Su-57 presenta importantes debilidades. Aunque incluye tecnologías furtivas, como bahías internas de armas y materiales que reducen su firma radar, su RCS sigue siendo comparable al de aeronaves de cuarta generación, según un análisis del Centro para el Progreso Estadounidense (CEPA). Sus sistemas de radar tienen menor alcance y resolución que los de sus competidores estadounidenses, y los misiles aire-aire rusos no logran igualar en rendimiento a sus equivalentes occidentales, salvo el R-37M, diseñado para blancos de baja maniobrabilidad.

El Su-75, que busca compartir componentes con el Su-57 para abaratar costos, también se ve limitado. Su configuración de un solo motor restringe su capacidad operativa frente al F-35, que incorpora integración avanzada en red y un ecosistema logístico global. La brecha tecnológica entre ambos proyectos y sus equivalentes occidentales continúa ampliándose ante la imposibilidad rusa de incorporar innovaciones a gran escala.

El colapso industrial ruso frena la modernización aérea

El complejo militar-industrial ruso muestra signos claros de deterioro. Entidades como Rostec y la UAC operan con una infraestructura de producción envejecida, y los recursos se concentran en requerimientos bélicos urgentes. En 2024, el director de Rostec, Sergei Chemezov, advirtió que la alta inflación y la escasez de financiamiento amenazan con llevar a la bancarrota a varios sectores del ámbito de defensa, según el medio 19FortyFive. Las obras de modernización en la planta de Komsomolsk-on-Amur avanzan con lentitud, y los motores Izdeliye 30 del Su-57 aún no se integran plenamente.

Los contrastes con Occidente son evidentes. El F-35, con más de mil unidades producidas y respaldado por Lockheed Martin y una red industrial internacional, ha superado sus etapas críticas. El programa NGAD ya plantea incorporar inteligencia artificial y capacidades autónomas, objetivos aún fuera del alcance ruso. La dependencia de China para suplir piezas o financiación expone nuevas vulnerabilidades, especialmente ante sanciones secundarias impuestas por Estados Unidos.

El Kremlin ha intentado mantener una imagen positiva mediante anuncios públicos. En abril de 2025, imágenes de los Su-57 marcados como “25 Red” y “26 Red” circularon en redes como Telegram. Sin embargo, la falta de confirmación oficial y la baja producción reportada mantienen la incertidumbre. La narrativa oficial, que presenta al Su-57 como un sistema con una vida útil de hasta 50 años y al Su-75 como una alternativa competitiva, no se corresponde con la realidad industrial actual.

En resumen, los programas de cazas rusos enfrentan un panorama adverso. El Su-57 no alcanza niveles de producción significativos y el Su-75 permanece sin concretarse. Las sanciones, la guerra y un aparato industrial anticuado amplían la distancia frente a modelos como el F-35 y el futuro NGAD, consolidando la desventaja rusa en la aviación de combate moderna.

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