entre la Iglesia social y las sombras bajo la dictadura

Una semblanza de Francisco reclama el conocimiento de su vida previa como Jorge Bergoglio en Argentina. Su amor por el fútbol, en especial el San Lorenzo de Almagro, la amistad con Jorge Luis Borges y su pasión por la lectura –del ‘Adán Buenosayres, de Leopoldo Marechal, a ‘La Divina Comedia,’ de Dante– figurarían como datos inevitables para entender la parábola temporal de quien fuera un simple sacerdote jesuita y luego arzobispo capitalino, antes de llegar al Vaticano en 2013. A los biógrafos se le ha vuelto a su vez inevitable abordar también un aspecto complejo, a veces tiznado de opacidades: su desempeño durante la última dictadura militar (1976-83).

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