No tengo ninguna necesidad de publicar una novela al año

Alegría. Es la palabra favorita de María Dueñas (Puertollano, 1964). Y, también, un sentimiento, el que desprende estos días su mirada, todo su rostro. Pese al ritmo frenético que la promoción añade a las apasionadas vidas de los escritores, su expresión es de júbilo, contenido y aun así evidente. Esa elección lingüística es una aspiración vital tan bonita, y sonora, como el término que la contiene. Se nota que la filología corre por las venas profesionales de esta autora «pausada que no para nunca».

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