En ‘Black Mirror’ la amenaza ya no es la tecnología

‘Black Mirror’ ha vuelto a Netflix con una nueva entrega de horrores distópicos provocados por la tecnología. Catorce años han pasado ya desde que la cadena británica Channel 4 emitió el primer episodio y desde entonces la serie ha ido ganando cada vez más adeptos, sobre todo a partir de su salto a Netflix en la tercera temporada. Ha pasado mucho tiempo y el mundo ya no es el mismo desde que arrancó la producción de Charlie Brooker. Nuestra sociedad ha ido a peor, con una pandemia y la irrupción masiva de la inteligencia artificial por en medio. Encender el televisor para ver las noticias ya es suficiente fuente de ansiedad y estrés, sin necesidad de los desasosegantes argumentos de la serie. En esta evolución, he creído ver otro nuevo cambio en los seis episodios que forman esta séptima temporada recién estrenada. La serie sigue manteniendo su esencia, pero parece que esta vez la tecnología ya no es la amenaza. El principal riesgo es el uso que determinadas corporaciones hacen de ella y que multiplican esos efectos perversos. El enemigo no son las máquinas, somos nosotros.

Fuente