Orriols como catapulta hacia el cielo

No es casualidad que Julián Calero, quien no lleva ni un año al frente del Levante, sea consciente de que el Ciutat de València es el motor sobre el que arrancan las ilusiones en el levantinismo. Parece un tópico, fruto de un fútbol cada vez más embotellado, pero es la realidad. El coliseo de Orriols es patrimonio y seña de identidad en un club que, inmerso en sus 115 años de edad, vive uno de los momentos más ilusionantes de su historia. La élite del fútbol español empieza a oler en los aledaños del estadio granota y todas las partes, a falta de 21 puntos por disputarse, coinciden en que todo lo que suceda en sus profundidades será determinante para convertir en realidad el sueño del ascenso a Primera División. Equipo, afición y entrenador lo saben y no negociarán ni un gramo de esfuerzo ni de ilusión con tal de conseguirlo. «Vamos a estar peleando hasta el final. Tiene que haber mucha ilusión. La gente que vaya al Ciutat este sábado tiene que pensar en positivo. Todos juntos, en estos cuatro partidos que nos quedan en casa, tenemos que dar un acelerón. Los partidos como local van a ser muy importantes», comentó Calero en la rueda de prensa previa.

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