Acaba de recibir el Premio Ciudad de Santa Cruz de Novela Criminal con Hierro viejo, el cuarto galardón en menos de diez años. ¿Cómo se gestiona el éxito cuando llega de repente?
El premio siempre genera una gran alegría, esta es la cara pública, lo que los demás pueden ver y apreciar. Luego, no mucho tiempo después, sobre todo cuando uno está comenzando en cualquier disciplina, ya sea artística, deportiva o de cualquier otro ámbito, llega el vértigo. Esta es la realidad. Es humano tener una serie de sentimientos encontrados. Ramalazos de responsabilidad. Incertidumbre. Lo curioso del asunto es que todo esto también pasa, al menos en mi caso; vuelves a sumergirte en un nuevo proyecto con el futuro en blanco y con una nueva historia que contar.
Y en su caso, ¿funciona como motor para continuar escribiendo o como bloqueo por el peso de las expectativas?
Soy muy lento en el proceso de creación de una novela. Tan lento que me da tiempo a bloquearme y desbloquearme unas cuantas veces. Tiene más que ver con el hecho de intentar poner mis ideas en orden que con el peso de las expectativas. Y pensando un poco más en todo esto, creo que las peores expectativas son las que se genera uno mismo. No lo sé. Supongo que al final lo aconsejable es intentar hacer las cosas lo mejor posible y dejar el mundo correr.
Quizá ahora el reto, después de cuatro premios en tan poco tiempo, esté en la adaptación de sus novelas al formato audiovisual…
Este es un claro ejemplo de las expectativas de las que hablábamos antes. Como sueño, como ilusión, está bien. Pero de momento son pájaros en el aire. Planteárselo de otra manera creo que sería un error. Ahora bien, dicho esto, si hay algún director de cine o productor leyendo esta entrevista, bueno, decirle que aquí tiene un amigo.
Antes era Guardia Civil, conoce el género desde dentro. Después de su experiencia profesional, ¿podría decir que la realidad supera a la ficción o en la literatura hay más crueldad que en el mundo real?
Van de la mano. Hay veces que la realidad supera a la ficción y viceversa. Lo importante a la hora de escribir una historia es mantener un equilibrio razonable entre verosimilitud y ficción. Finales atropellados y violentos son comunes en la vida real. En las novelas hemos de proponer tramas y conclusiones armónicas. Me viene a la cabeza, hará doce o trece años, la vez que atrapamos a un tipo porque perdió las gafas durante un atraco. Le trincamos porque el muy imbécil se confundió de coche. Cosas que pasan. Con esto quiero decir que hay finales en la vida real que si lo trasladase a una de mis novelas me ajusticiarían al amanecer.
«Es importante al escribir mantener un equilibrio razonable entre verosimilitud y ficción»
Hierro viejo tiene un halo de western crepuscular y un juego literario curioso, un sicario que termina sus días como sepulturero. Sigue enterrando a gente, pero de forma legal. Un giro bastante irónico… ¿Cómo y cuándo nace esta historia?
Coveiro, el personaje principal, llega después. La idea era crea un western crepuscular, una historia en la cual no cabe redención posible para muchos de los personajes y, aun así, empujarlos hacia una batalla que ya está perdida de antemano. Suele ser así en todas mis historias. Primero nace la idea general y luego aparecen los personajes. Me gusta pensar que son los pasajeros de un tren. Lentos, una máquina sacada de otra época. Van llegando al páramo, a un apeadero en mitad de un universo todavía por construir. Un desierto. Da igual, cuando se dejan caer por aquí traen su propia arena en los bolsillos. En el caso de Coveiro, ya él llegó a Hierro viejo con un buen puñado de muertos a sus espaldas.
Aborda un tema complejo: el trastorno del espectro autista (TEA). ¿Se documentó para describir un personaje con unas características tan definidas?
Estuve tentado de hacerlo, pero me pareció que lo más honesto de cara al lector, era tratar el trastorno del espectro autista desde la misma ignorancia que posee el personaje principal. Para los que no conozcan la historia, les cuento que Coveiro regresa a Balanegra muchos años después para asistir al entierro de su hermano. Es entonces cuando descubre que tiene un sobrino autista del que no sabía nada. A mí me sucedió algo parecido.
Cuéntenos qué le sucedió a usted…
Hace mucho tiempo conocí al hijo autista de unos amigos de mis padres. Yo por aquel entonces estrenaba mayoría de edad. Y como Coveiro, me sentí un ignorante, un mero espectador. ¿Qué me llamó la atención? Cómo parecía perderse en un mundo interior al que apenas podías asomarte sin que te destruyera, a una memoria prodigiosa para según qué cosas. A una manera de razonar entrañable y distante al mismo tiempo. En fin, ya digo, pensé que era lo más honesto.
Coveiro es el eje de toda la historia; sin embargo, los personajes secundarios dan muchísima fuerza a la narración: Rubí de Miguel, Doble Mickey y los Bobby. ¿Diría que Hierro viejo es una novela de personajes o de trama?
Quiero pensar que ambas cosas están bien trabajadas. En este tipo de historias, tan corales, obviamente son importantes los personajes, su profundidad, sus maneras, sus dejes, sus diálogos, lo que dicen y aquello que callan; la trama está pensada para que el lector tenga una visión de conjunto muy por encima de la que tienen los propios personajes. El lector sabe en todo momento qué ocurre con Coveiro, Rubí de Miguel o los Bobby. Son los personajes los que no saben qué anda haciendo el resto de la cuadrilla. Para que esto funcione, tanto trama como personajes han de verse las caras en el cruce de caminos.
Pederastia, narcotráfico, luchas de poder en el pueblo… Un western crepuscular, pero con influencia de Tarantino y de los hermanos Cohen…
Es una historia criminal, violenta, tierna y con sentido del humor. El reto es que ningún elemento fagocite al otro. Dosificar y medir todo ello es parte del trabajo de estructura. Son lenguajes diferentes. Además, hablando en concreto del sentido del humor, hay que andarse con ojo pues se corre el riesgo de convertir la novela en una parodia. Y respecto a las influencias, están ahí. Yo le sumaría, en cine, a Guy Ritchie. En novelas: a mi admirado y recién fallecido Ken Bruen, a Donal Westlake, Jim Thomsom, Alvite, Joe Álamo o Gutiérrez Maluenda, entre otros.
El jurado del Premio Ciudad de Santa Cruz de Novela Criminal destacó su estilo literario como uno de los elementos fuertes de la novela, por ejemplo, el sentido del humor, las frases cortas, cierto lirismo pesimista. ¿El éxito de una novela está en la manera de contar?
¿Quién sabe dónde reside el éxito de una novela? Yo no lo sé. El infierno debe estar lleno de escritores que creían saberlo todo y el purgatorio de tíos que, como yo, dudan de la mayoría de las cosas. Lo que está en mi mano es intentar hacer mi trabajo lo mejor posible. Buscar la manera que más se adecúe a la historia que quiero contar. Es un proceso de aprendizaje, siempre es un nuevo comienzo, pero las normas son las mismas: evitar las falacias del hombre de paja, esquivar los ejercicios de trilería y huir de los fuegos de artificio.