«Nunca había visto una pelea como esta en el mercado», dice un directivo del área comercial de una importante firma de suministros militares. Por cómo se expresan fuentes de la industria de defensa, la tensión se asemeja, salvando las distancias, a aquella que en 2020 provocó la escasez mundial de mascarillas. Solo que en esta ocasión se trata de un producto mucho menos popular, pero esencial para el rearme de Europa y clave para sostener la resistencia de Ucrania ante la invasión rusa. En estos tiempos se libra un pulso geoestratégico por las tierras raras… y otro pulso por una rara materia: la nitrocelulosa.
En el sector, según sus diversas presentaciones, la nitrocelulosa se maneja en forma de escamas blancas, o de gránulos del mismo color, o en forma de piroxilo, un algodón también blanco, seco o ligeramente húmedo, prensado en discos. La nitrocelulosa es el componente principal de los impulsores, o propulsores explosivos de los proyectiles de artillería, la llamada “pólvora sin humo” que, dentro de un cañón, estallan expulsando el proyectil hacia su destino.
O sea, sin nitrocelulosa no hay artillería. Es tan importante la carga como el obús. De hecho, a menudo durante la guerra de Ucrania, cuando se ha dicho en Europa que faltaban suministros para la artillería, de lo que se hablaba no era tanto de proyectiles metálicos como de los tacos blancos que llevan detrás. Su precio se ha multiplicado, en general, por tres. Si antes se podía encontrar a una media de 10 euros el kilo, ahora ha pasado a 30 con picos de 50.
Munición de artillería y propulsor de nitrocelulosa en un pack utilizado en el frente de Ucrania / 147 B. Artillería Ucrania
Lo mismo ha ocurrido con el precio del litro de ácido nítrico, ingrediente que tiene en común con la nitroglicerina, la dinamita y el TNT, y también de fármacos. Su precio subió a los 42,59 euros al comienzo de la invasión rusa de Ucrania. Ahora está estabilizado casi al doble.
Suministro roto
Es posible que, en estos tiempos de tensión bélica en Europa, por donde se empezara a notar la escasez de munición en Occidente fuera en las tiendas de artículos de caza, cuando la cartuchería empezó a escasear, en el otoño de 2022, porque las empresas del sector estaban atendiendo la demanda para armas de mucho mayor calibre.
No hay datos oficiales de mercado, ni el precio de la nitrocelulosa se publica como el del crudo, el oro o la madera de pino. “Es que hoy en día tampoco dura mucho un precio”, arguye un ejecutivo madrileño del sector. Y desde una planta española de fabricación de munición relata otro: “La cadena de suministro está rota por la tensión de la demanda. Contratas un pedido por un precio, y cuando vas a por el siguiente te lo han multiplicado por tres, porque un competidor está ofreciendo mucho más que tú…”
Las subidas traen especulación, pero es que además hay que rellenar los arsenales: hay una guerra enconada por almacenar impulsores de nitro para la artillería. “Y en realidad es una guerra de países compitiendo entre sí”, relata la fuente mencionada. La industria armamentística de Estados Unidos parece fuera de la carrera: el país que concentra plantas de cinco de los principales fabricantes de munición del mundo -General Dynamics, Olin-Winchester, Northrop Grumman, Bae Systems y Day & Zimmermann- lleva tiempo procurándose sus propios impulsores.
400 euros el disco
A España este panorama no le sale barato. En uno de sus últimos contratos, el pasado otoño, para adquisición de medio millón de cargas propulsoras a Expal-Rehinmetall, cada una le salía a Defensa a 410 euros de coste medio. O sea: más de 200 millones de euros por la pólvora del cañón para una cantidad de disparos prevista para un mes de conflicto de alta intensidad. En el cañón mete un disco o varios de propulsor según la velocidad y la potencia que se quiera dar al disparo.
En tiempos más pacíficos, la nitrocelulosa militar se fabricaba más bien poco, pues tampoco había demasiada demanda. Dominaban el mercado… Rusia y China. Pekín ha llegado a controlar el 30% del mercado mundial de nitrocelulosa, y durante la guerra de Ucrania, en su acercamiento a Moscú, mientras le han llegado hidrocarburos rusos a buen precio, ha reducido cuando no anulado suministros de la pasta blanca a los países de la OTAN.
Ahora que hay auténtica presión por llenar los arsenales, se ha vuelto acuciante la necesidad de encontrar suministro, y toda Europa lo busca en Turquía y Corea del Sur. “China no suministra como antes: tiene una fuerte presión de demanda rusa”, explica el ejecutivo madrileño. Es una materia clave. pero que lleva decenios subcontratada por la UE “a países con legislaciones más laxas”.

Proyectiles de 155 mm para artillería y cargas de proyección que fabrica en España Expal / Expal
La presión sobre el suministro ha llevado al emporio eslovaco MSM Group, que rige desde 2020 la Fábrica de Munición de Granada, a crear su propia línea de producción de nitrocelulosa en España. Es una de las razones por las que la fábrica granadina ha adquirido el antiguo polvorín de Linares (Jaén).
Mercado opaco
Los movimientos de las empresas en torno a “la nitro”, como la llaman en el sector, se producen en una densa oscuridad. Tanta, que se vive la insólita situación de que ni siquiera la autoridad de mercado y competencia ha conseguido un dato cierto acerca de su tráfico.
Es por razones de seguridad, pero también por la tensión que moja cada transacción. La presión, de hecho, se desborda a veces en los juzgados y las autoridades de la Competencia.
El último gran pleito por el mercado de munición tuvo lugar ante la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) en mayo de 2023, y encalló por desistimiento del denunciante en la Audiencia Nacional en enero de 2024. Fue la pelea entre el consorcio francobritánico de la defensa Roxel y la firma alemana Rheinmetall por la principal municionera española: Expal.
En el verano de 2023, después de que los alemanes compraran Expal (con dos factorías en Cáceres y otras en Murcia, Albacete, Asturias y Burgos), Roxel, impugnó la compra por una supuesta concentración que en su opinión violaba las normas antimonopolio.
Durante la investigación del pleito, el 29 de septiembre de 2023, en plena ofensiva rusa en el Donbás y sonando en el frente de Ucrania hasta 15.000 disparos de artillería al día, la CNMC requirió a Roxel un informe de precios. La misma petición hizo a Rheinmetall. En la parte abierta del informe, Roxel sostiene que “a nivel europeo, Rehinmetall y Expal serían los dos únicos proveedores de pastas propelentes húmedas”, que se usan para fabricar lo que en el sector llaman “propulsores de doble base”.
No llegó a la CNMC un dato sobre precios ni sobre facturaciones que pudieran tratar los técnicos. Tras multar a Rheinmetall con 6,5 millones de euros por “aportación de información incompleta” que “ha obstruido la labor de la CNMC”, el supervisor concluyó en una resolución el 30 de abril del año pasado: “Se desconoce el tamaño real del mercado en España”.
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