Paisaje

Después de tanta lluvia, abril avanza con una explosión de luz y color. Los campos se cubrieron de verde y, entre el verde, florecillas amarillas y moradas. Por la carretera de camino a Terreros las colinas están verdes y en el horizonte las montañas lunares tienen tonos lilas. La belleza misteriosa de las colinas ondulantes al costado del mar, a menudo borrosa y gris, brilla con un derroche de color que contagia una alegría sin motivo. La isla, que suele estar pelada con el blanco de las gaviotas como única luz, está ahora cubierta de matorrales. El aire huele a tomillo. La tierra se ofrece con una belleza que se sabe fugaz, pero con la promesa de volver. Como si dijera: el mundo no tiene sentido, pero no importa, tengo estos colores y los lanzo al viento, los entrego a la lluvia. Y sientes que la libertad es el único sentido, como una piedra que de repente flotara.

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