Con la puerta en las narices. Lo que le ha ocurrido a estos turistas con la casa a cuestas le ha pasado también a otros usuarios de las caravanas. Han girado para entrar en el aparcamiento de la playa de l’Ampolla, en Moraira, y se han topado con una barrera infranqueable. Ese aparcamiento, como otros de primera línea de costa, eran un chollo para el turismo de autocaravanas. Los usuarios, muchos extranjeros jubilados con espíritu nómada, sacaban sus sillas y la mesa plegable y disfrutaban de espacios públicos que se asoman al mar. Un lujo. El turismo de caravanas va a más.
En Teulada Moraira, llaman a estas «puertas anticaravanas» controles de gálibo. El travesaño está a una altura de dos metros y 20 centímetros. El ayuntamiento las ha colocado en los aparcamientos públicos de Moraira de las playas y de primera línea de costa. Xàbia ya instaló hace un año «puertas anticaravanas» en los aparcamientos del litoral del Primer Muntanyar.
De bruces con la puerta
La imagen tomada en el acceso al aparcamiento de l’Ampolla se repite estos días. Turistas nómadas se dan de bruces con la puerta. Les toca hacer marcha atrás y buscar aparcamiento tierra adentro o dirigirse a un camping.