El presidente de EEUU, Donald Trump / AP
¿El liderazgo mundial de los americanos está llegando a su final?, es probable. Además, lo que se ha denominado ‘Era Contemporánea’ también, por lo que nos adentramos en un futuro que no me atrevo a aventurar en ningún aspecto: Social, Económico-Comercial, e incluso Político.
Históricamente, las potencias mundiales duran una centuria. Recordemos España, a la que sucedió Francia, y posteriormente Inglaterra, hasta que al final del primer tercio del siglo XX, la joven USA surge y, con la segunda guerra mundial, se afianza de forma indiscutible como primera potencia hasta nuestros días.
En los últimos años, su preponderancia ha bajado, y esta crisis ha desembocado en llevar al poder a un populista, que ha convencido al pueblo de que, con soluciones fáciles, iba a cambiar la decadencia por una nueva prosperidad.
Las declaraciones y la campaña electoral de Trump son prueba de esta decadencia, al repetir hasta el hartazgo que él volvería a hacer grande a su país.
Las medidas económicas que suponen ir a la autarquía, las aplicó Franco y ya sufrimos su fracaso en España.
El sistema arancelario trumpista va a producir inflación en su país y en el resto del mundo, pero especialmente lo van a padecer sus ciudadanos, que le votaron para vivir mejor y sufrirán una subida de precios en su consumo.
Otro efecto producido por las decisiones de Trump es la fuga de inversión, prueba de ello es que, hace una semana, volvió a dar un giro suspendiendo temporalmente los aranceles para frenar la caída bursátil y la reacción de las bolsas inmediata fue alcista.
El eliminar aranceles a productos tecnológicos y chips también de ultima hora es porque los aranceles afectan a sus principales empresas, y si se fabrica el iPhone en su país también le afectará porque le costará más de triple que fabricado en China.
El posible ocaso también se demuestra por la caída de confianza de los mercados en el dólar y en los bonos americanos, basta decir que, a 10 años, el americano ha de pagar 100 p. b. por encima del español.
Ello pone en duda la credibilidad en el futuro de su economía, y teniendo en cuenta que se basa en el endeudamiento, y que el próximo año tiene que renovar parte de su deuda, su intento de bajar los tipos de interés produce el efecto contrario.
El único punto fuerte que le queda a EE UU es el dólar como medio de pago internacional, pero también tiene el peligro de que los principales tenedores de la deuda americana están en China y Japón, por lo tanto, su guerra comercial con estos países puede dar un giro si ellos deciden actuar sobre la deuda americana con ventas masivas. La otra arma que tiene China, como dictadura que es, para resistir los envites americanos, es devaluar su moneda y así ser más competitivos, en el resto del mundo.
Por todo ello, si la Unión Europea encuentra un líder y se mantiene unida, podría entrar en el tablero mundial, pero no puede caer en las manos chinas, lo que sería peor a largo plazo, ni entrar en la guerra total con EE UU.
La mejor alternativa europea es fomentar la desdolarización de la economía mundial, y el euro, que ahora es la tercera moneda en el ranking de las reservas que tienen los países, con el 20%, tiene que acelerar su línea de crecimiento y ser una de las tres principales (junto al dólar y el yuan), y así como empezar a ser relevante en las transacciones internacionales.
En el nuevo orden mundial, con una política europea común dirigida por el futuro canciller Merz, pasaríamos de un liderazgo internacional único a uno múltiple, por lo que EE UU perdería algo, China sería la segunda muy cerca, y la UE podría ser la tercera actuando un poco como árbitro, y recuperando el papel que tuvo en los siglos pasados.