¿Otra marcha atrás o tan solo un freno? El presidente de EEUU, Donald Trump, ha dejado entrever un nuevo giro a su política comercial al avanzar que valora eximir temporalmente a la industria automotriz de los aranceles del 25% previamente impuestos al sector. La noticia ha sido celebrada el bolsa por los principales fabricantes de coches en Europa dada su «vulnerabilidad» a las tarifas del mandatario.
Así, lo creen en Scope, donde indican que «los fabricantes de automóviles europeos son especialmente vulnerables debido al arancel especial estadounidense del 25% sobre las importaciones de automóviles y a las pasadas inversiones en capacidad de producción en Canadá y México para abastecer a EEUU, el segundo mayor mercado automovilístico del mundo después de China».
De hecho, Sebastian Zank, responsable de análisis de calificaciones corporativas de la firma, avanza que EEUU es un mercado «especialmente importante» para los fabricantes europeos de equipos originales (OEM).
Por ello, las declaraciones de Trump en el Despacho Oval, «considerando algo para ayudar a las compañías de autos» con el objetivo de darles más tiempo para establecerse en el país norteamericano, han provocado una brisa de esperanza en las distintas empresas automovilísticas.
En este sentido, en Scope ponen el foco en los fabricantes europeos más expuestos a la política arancelaria del presidente como Stellantis, propietaria de las marcas Chrysler, Jeep y RAM.
«Se enfrenta al mayor impacto debido a su elevada exposición al mercado estadounidense, que representaba más del 40% de las ventas en 2024, y a su sustancial dependencia de la producción en Canadá y México», explica Zank.
«Stellantis dependía de México para la producción de su marca RAM (un tercio de los ingresos de EEUU en 2024) y de Canadá para Chrysler (10%) y Jeep (45%). Stellantis Canadá ha interrumpido la producción de Jeep en 2024 debido a la puesta a punto de la fábrica y a una estrategia de gestión de inventarios, que ha continuado en 2025 desde que se impusieron los nuevos aranceles», agrega.
En el caso de Volkswagen, con un 21% de los ingresos en EEUU, está menos expuesta que Stellantis. Sin embargo, depende de líneas de producción en Canadá y México para suministrar a EEUU coches y camiones para el mercado de masas.
«Además, la unidad de coches deportivos Porsche suministra a EEUU desde fábricas en Europa. Volkswagen registró un descenso del 40% en su beneficio operativo del primer trimestre, al suspender los envíos a EE.UU. de algunos modelos fabricados en Canadá y México», subrayan en Scope.
BMW y Mercedes-Benz, como fabricantes de automóviles de gama alta, son potencialmente menos vulnerables. «Los OEM están en mejores condiciones de repercutir los costes arancelarios a los clientes a través de precios más altos en sus modelos, para los que hay menos alternativas que para las marcas de gran consumo», señala el experto.
Con todo, ambos fabricantes están muy expuestos al mercado estadounidense, que representa entre una quinta y una cuarta parte de sus ingresos, respectivamente, pero con una proporción significativa de coches fabricados en el país, casi el 50% en el caso de BMW.
Ferrari, por su parte, ya ha dicho que aumentará los precios debido a los nuevos aranceles sobre sus coches deportivos fabricados en Italia, «productos de gama alta para los que es probable que la demanda resulte inelástica«, concluye Zank.