Trump no le coge el teléfono y sus asesores están divididos

La presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, que tiene la competencia de dirigir la política comercial de la UE en nombre de los 27, quiere una solución acordada a la guerra arancelaria desatada por Donald Trump, pero no encuentra con quién negociar. El presidente de Estados Unidos no le coge el teléfono y sus asesores están divididos, defienden posiciones contradictorias y no está claro quién tiene el poder real para cerrar un trato.

A falta de interlocutores válidos, la UE ha aprobado este miércoles el primer contragolpe a los aranceles norteamericanos. Pero a diferencia de China, Bruselas ha optado por una represalia mesurada y quirúrgica que intenta evitar una mayor escalada. Horas más tarde, Trump anunciaba una pausa de 90 días en los ‘aranceles recíprocos’, lo que en el caso de la UE significa una rebaja del 20% al 10% de la tasa que se aplica a la mayoría de productos.

Desde la misma noche de su victoria electoral en noviembre de 2024, Von der Leyen ha intentado sin éxito cerrar un encuentro cara a cara con él para negociar, entre otras cosas, los aranceles. Que se sepa, el único contacto telefónico que la alemana ha conseguido entablar con Trump fue el 7 de noviembre para felicitarle por su regreso a la Casa Blanca. En esa conversación hablaron de «defensa, Ucrania, comercio y energía». El presidente de Estados Unidos y la jefa de la Comisión sólo se han visto en persona una vez: fue el 21 de enero de 2020 en la cumbre de Davos, cuando él encaraba el final de su primer mandato y ella acababa de llegar a la Comisión.

Desde el regreso de Trump a la Casa Blanca, Von der Leyen no ha parado de lanzarle ofertas de paz: la UE estaría dispuesta a comprar más gas natural licuado (GNL) a Estados Unidos, y también acepta reducir a cero, siempre que sea de forma recíproca, los aranceles a todos los productos industriales, empezando por los coches. Pero él no sólo desdeña la mano tendida de la alemana, sino que aprovecha cada oportunidad para expresar su hostilidad hacia la Unión Europea.

«La UE ha sido muy dura muchos años. Se formó para perjudicar a Estados Unidos. La mayoría de países europeos se unieron para crear una situación de monopolio, una fuerza unificada contra EEUU en materia comercial», dijo Trump este mismo lunes. 

La única líder de la UE que ha logrado audiencia en Washington para hablar de los aranceles es la primera ministra italiana, Giorgia Meloni, que visita la Casa Blanca la semana que viene. Aunque comparte muchas afinidades ideológicas con Trump, su equipo asegura que no va a romper filas con la UE en defensa de un trato privilegiado para Italia, sino que defenderá una posición coordinada con Von der Leyen. De hecho, Roma ha apoyado este miércoles el primer contragolpe de la UE en respuesta a los aranceles de Donald Trump, a diferencia del húngaro Viktor Orbán, que ha votado en contra.

A falta de una interlocución directa entre Von der Leyen y Trump, el comisario de Comercio, el eslovaco Maros Sefcovic, se ha pasado las últimas semanas negociando con sus homólogos estadounidenses: el secretario de Comercio, Howard Lutnick, y el Representante Comercial, Jamieson Greer. Pero en Bruselas tienen la impresión de que ninguno de los dos tienen línea directa con el presidente de Estados Unidos, ni poderes para negociar en su nombre. Es decir, que se trata de un diálogo inútil. «Hasta ahora, pese a todos nuestros esfuerzos y nuestra apertura, no hemos visto un diálogo real que conduzca a una solución mutuamente aceptable», se quejaba Sefcovic este lunes.

Para empeorar las cosas, los asesores informales que sí tienen -o tenían- contacto directo con el presidente de Estados Unidos defienden posiciones opuestas y están enfrentados entre ellos. Mientras que el tecnobillonario Elon Musk (que parece haber caído en desgracia en la corte de Trump en los últimos días) defendía que la solución ideal sería un acuerdo de libre comercio con cero aranceles entre la UE y EEUU, el ideólogo de los aranceles, Peter Navarro, descalificaba sus palabras en una entrevista en televisión en la que le calificaba de «ensablador de coches» y le acusaba de «proteger sus propios intereses».

«Esto no es una negociación. Para Estados Unidos, se trata de una emergencia nacional provocada por los déficits comerciales causados ​​por un sistema manipulado», ha escrito Navarro en el Financial Times. En las últimas horas, Musk ha atacado a Navarro a través de su red social X, tachándolo de «imbécil» y «más tonto que un saco de ladrillos».

«La administración americana no es completamente clara sobre cuáles son sus prioridades ahora«, explica un alto funcionario que ha participado en las negociaciones. Para Bruselas, no es evidente lo que persigue Trump con los aranceles: si forzar una negociación para obtener concesiones del resto del mundo, o bien establecer una fuente de recaudación permanente para financiar rebajas de impuestos, o si constituyen una medida estructural para reindustrializar el país.

«A veces es difícil saber qué es lo que están intentado conseguir. Algunos defienden utilizarlos como medida de presión y otros como forma de recaudación. Y falta por ver quién va a ganar el debate», señala el alto funcionario. En Bruselas temen que ahora mismo el que está por delante es Navarro, por lo que será entre difícil e imposible que Trump retire todos los aranceles. «Aparentemente, el poder de decisión real no está en manos del secretario de Comercio ni del Representante Comercial, sino en el círculo más cercano (a Trump) y especialmente en Peter Navarro, que es bastante duro», apuntan las fuentes.

Para Sefcovic, si el objetivo real de Washington fuera desequilibrar su balanza comercial con la UE, «lo podríamos resolver rápidamente». El problema es que «la administración de Estados Unidos ha decidido transformar el sistema comercial mundial y ve los aranceles no como un paso táctico sino como una medida correctiva para sus objetivos políticos», sostiene el comisario de Comercio, que habla de un «cambio de paradigma». «Seamos claros: dialogar con Estados Unidos costará tiempo y esfuerzo», ha asegurado.

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