los productos chinos costarán el doble en EEUU y los europeos vuelan en los supermercados

Las estanterías con aceite de oliva italiano y español se vaciaban rápidamente este lunes en un concurrido supermercado de Manhattan. La selección de «quesos manchegos» también era menor de lo habitual y algunos chocolates importados estaban agotados.

La escena, similar en otras tiendas de alimentación, tiene una simple explicación: a partir de este miércoles el precio de esos productos importados subirá el 20% por los aranceles universales impuestos por el presidente Donald Trump. Un cambio que ha llevado a los consumidores de EEUU a abastecerse de todos aquellos bienes más afectados por las tarifas, que en el caso de los productos procedentes de China se elevarán hasta el 104% por el pulso entre Washington y Pekín.

«Es mejor ser precavidos. Me llevo dos botellas de aceite de oliva por si se vuelve prohibitivo. ¿Viste lo que pasó en la pandemia?», responde un comprador, Jack, a EL ESPAÑOL mientras espera para pagar, recordando las alteraciones en las cadenas de suministros que elevaron los precios de bienes tan básicos como el papel higiénico al inicio de la pandemia del coronavirus, un problema que nada tiene nada que ver con la guerra arancelaria actual, pero que también repercutió en el consumo doméstico.


Estantes casi vacíos de aceite de oliva español en una tienda de Nueva York, este martes.

R. J. Pérez.

Desde esta semana todos los productos extranjeros en EEUU ya cuentan con un arancel universal del 10% y a partir del miércoles las importaciones de la Unión Europea sumarán tarifas adicionales del 20%, lo que elevará el coste de bienes tan apreciados por los estadounidenses como el aceite de oliva mediterráneo, los vinos, las marcas de bebidas Aperol y Campari o quesos de tipo feta, manchego y pecorino, tremendamente habituales en las tiendas y en los menús de restaurantes y bares.

Vinos, aceite y chocolate

En ciudades multiculturales como Nueva York, donde la herencia italiana es omnipresente y hay decenas de comercios especializados en productos europeos, el impacto de las tarifas puede alterar aún más las cuentas de infinidad de negocios familiares.

Una tienda de productos europeos en Nueva York este miércoles.


Una tienda de productos europeos en Nueva York este miércoles.

R. J. Pérez.

«De momento no sabemos cómo cambiará el precio de las botellas de vino, pero supongo que no podré asumir yo todo el incremento si quiero seguir ganando dinero con esto», explica el propietario de una vinoteca ubicada en el Upper West Side de Nueva York, a un paseo de Central Park, quien reconoce haber escuchado a algún cliente preocupado por la subida de precios.

Aunque su establecimiento cuenta con una selección de vinos todo el mundo, incluidos los producidos en California (EEUU), los más buscados y apreciados por los consumidores tienen denominación de origen europea: «El vino francés siempre se ha vendido muy bien, también los ‘vinos verdes’ portugueses porque son baratos y de calidad… No hay comparación. Supongo que los compradores que buscan algo concreto estarán dispuestos a pagar algo más por ello», añade.

El chocolate belga, el café y las latas de comida también figuran entre los productos reseñados en los artículos que los medios estadounidenses han publicado estos días, con consejos sobre qué acumular en vistas de un encarecimiento que también se trasladará a la restauración, pues en los principales centros urbanos de EEUU las cartas de los restaurantes están repletas de referencias a alimentos españoles, franceses, griegos e italianos.

Ikea importa casi todo en EEUU

Más allá de los productos alimentarios, los estadounidenses también notarán la subida de precios en la decoración de sus hogares: el gigante Ikea, con más de medio centenar de tiendas en el país, importa la mayor parte de sus productos desde Europa. De hecho, según un análisis publicado por la agencia Reuters en noviembre, sólo el 10% de los artículos que el gigante sueco vende en EEUU se producen allí.

Quesos manchegos a más de 15 euros en una tienda de Nueva York.


Quesos manchegos a más de 15 euros en una tienda de Nueva York.

R. J. Pérez

«Nosotros, y creo que probablemente todas las empresas internacionales, prosperamos con los aranceles armonizados, y en realidad cuanto menos, mejor, porque al final del día existe el riesgo en cualquier país con aranceles las empresas necesiten pasarlos a los clientes», advirtió en el Foro Davos el pasado mes de enero Jesper Brodin, director ejecutivo (CEO) de Ingka Group, la empresa que opera la mayoría de las tiendas Ikea en el mundo.

Por su apreciado diseño y sus precios bajos, la presencia de muebles de Ikea se ha vuelto habitual en los interiores de comercios y viviendas de Estados Unidos, especialmente después la rápida expansion de la marca por Norteamérica.

Shein y Temu se encarecen

Asimismo, la capacidad para mantener bajos precios (aunque en este caso mediante prácticas muy cuestionadas) en un escenario de elevada inflación había impulsado en los últimos años el crecimiento de Shein y Temu, los dos gigantes del comercio chino, en el mercado estadounidense.

Hasta ahora, ambas compañías enviaban sus productos a EEUU con precios bajísimos gracias una exención «de minimis» por la que los paquetes individuales de valor inferior a 800 dólares no estaban obligados a pagar tarifas de importación ni a pasar por inspecciones aduaneras. La irrupción de los portales chinos había sido de tal calibre que incluso el gigante Amazon tuvo que lanzar recientemente su propia tienda de bajo coste, Amazon Haul, para competir contra ellos.

La orden ejecutiva que Trump firmó el 2 de abril clausura esa exención «de minimis” e impone una tasa del 30% del valor para los paquetes pequeños (o de 25 dólares fijos por artículo), que subirá a los 50 dólares por artículo después del 1 de junio, según una nota informativa distribuida por la Casa Blanca.

Aunque la medida puede impactar sobre todo entre los bolsillos más ajustados, es una de las pocas que ha recibido apoyo público en esta guerra arancelaria. «Estamos muy contentos. Creemos que es un gran paso adelante», celebró en la radio pública (NPR) Kimberly Glas, presidenta del Consejo Nacional de Organizaciones Textiles, un grupo comercial defiende al sector textil de EEUU.

De momento, ni Temu ni Shein han reaccionado públicamente y en su página web es posible completar un pedido a una dirección estadounidense sin ver los costes de envío incrementados.

Sin embargo, de acuerdo con la agencia Bloomberg, el Ministerio de Comercio chino se habría puesto en contacto con el minorista de moda rápida Shein y otras plataformas similares para oponerse a sus planes de trasladar parte de la producción fuera del país y así esquivar los aranceles.

La Oficina del Censo de EEUU calcula que los consumidores estadounidenses compraron productos chinos por valor de unos 440.000 millones el año pasado, cuando el déficit comercial con China alcanzó un récord al rozar los 300.000 millones de dólares. Y eso a pesar de que desde su primer mandato Trump ya consiguieron recortar la dependencia del comercio chino entre los consumidores estadounidenses al imponer aranceles a una amplia selección de productos que luego mantuvo, e incluso amplió, Joe Biden.

Pero las medidas no han frenado la dependencia que el sector tecnológico estadounidense tiene en China. Los teléfonos inteligentes, los accesorios tecnológicos y las placas o circuitos electrónicos están entre los productos más importados desde el gigante asiático y, por tanto, más afectados por las tarifas del 104% que Trump ha impuesto de la noche a la mañana para amedrentar a Xi Jinping y forzarle a negociar.

Ese porcentaje es tan alto que podría terminar elevando el coste de un producto tan estadounidense como el iPhone de Apple, diseñado en California pero ensamblado en China, hasta los 2.000 dólares. Tampoco sería de extrañar si, como con los estantes de aceite de oliva, los compradores estadounidenses, al ver la infinidad de titulares que ilustran el impacto de las medidas de Trump con este ejemplo, decidan renovar sus aparatos antes de tiempo.

Fuente