En el marco
del Jubileo de la Esperanza que estamos viviendo en este 2025, la
Oficina para la Causa de los Santos de la Conferencia Episcopal
Española ha lanzado ‘Faros para la Esperanza’. Este proyecto recoge
varios testimonios de distintas personas cuyas vidas sencillas son
luminosos faros para caminar en lo cotidiano durante nuestro día a
día.
Uno de esos
testimonios tan llamativos es el de Belén Carreras, que es Misionera
Idente y también gitana. Ella explica que “la mejor manera de
afrontar el deseo de llevar a mi pueblo, a los gitanos, a la iglesia
es dando mi vida, porque la Iglesia es el sitio donde vivimos
puramente nuestra cultura y donde somos felices”.
“Parece
que ser gitano va en contra de llevar una vida religiosa, parece como
que anula tu cultura, y los beatos gitanos nos enseñan que no es así
y que se puede ser un gitano puro y a la vez un buen cristiano”,
defiende la misionera.
DEJAR ATRÁS LAS DIFERENCIAS
Belén
Carreras asegura que los gitanos son personas religiosas por su
historia y cultura y que siempre han tenido muy a flor de piel la
vida de fe. Además, sobre las diferencias entre personas gitanas y
no gitanas señala que “hay que dejar atrás los prejuicios, porque
tanto los gitanos como los no gitanos tenemos conocernos para
convivir”.
“Somos un
pueblo que estamos acostumbrados a vivir de la Providencia, sobre
todo económicamente”, asegura la misionera, que también destaca
la dificultad que supone la evangelización en el pueblo gitano: “Se
hace mucha pastoral y nos gustaría tener más fruto, porque la
evangelización es acercarnos, amarnos, conocernos y ayudarnos”.