Si Woody Allen se animara a filmar una película en Londres, el floreciente barrio de Highbury le encajaría perfectamente. Aunque no es menos cierto que unas cuantas calles más arriba también podría hacerlo Stephen Frears. Mucho ha cambiado lo que los londinenses llaman ‘H&I’. Sus calles han dejado de ser tan sórdidas como cuando jugaba aquel “boring boring Arsenal” que Nick Hornby retrataba en ‘Fiebre en las gradas’. La gentrificación y la mudanza del Arsenal del viejo estadio al vertedero de Ashburton Grove ha transformado el barrio. Hasta Hornby ha dejado de ser aquel ‘looser’ que despertaba cierta complicidad cuando acudía a Highbury para maldecir a su equipo y su vida gris y se ha convertido en un pudiente escritor que gastó hace poco millón y medio de libras en la compra de una casa de cuatro plantas en The Fields. Casa que ahora ha triplicado su precio. De ahí que los vecinos afirmen con sorna que “es la mejor compra que se ha hecho en el barrio desde que el Arsenal compró a Thierry Henry”.
Históricamente, los caserones de Higbury estaban lejos de ser las propiedades más codiciadas de Londres porque las grandes fortunas preferían Notting Hill, Hampstead o el barrio de Chelsea. Pero hoy sus señoriales residencias alcanzan precios récord donde se refugian numerosas personalidades. Uno puede cruzarse en los exclusivos restaurantes del barrio con vecinos ilustres como el exprimer ministro inglés Boris Johnson, o como Ed O’Brien, guitarrista de Radiohead y uno de los productores más reputados de la industrial musical inglesa.
Imagen de un restaurante de pescado en Highbury, Londres / Fermín de la Calle
La mudanza del Arsenal a solo 400 metros de su anterior ubicación ha cambiado social y arquitectónicamente el barrio. Hay tres estaciones de metro (Arsenal, Holloway Road y Highbury & Islington) y en el vecindario crecen los consultorios médicos y las guarderías como setas para satisfacer la demanda de sus nuevos y pudientes inquilinos. Los bares de mala muerte de pescados y los tugurios de Blackstock Road donde los aficionados ‘gunners’ ahogaban en cerveza las penas por los fiascos del Arsenal han dado paso a a elegantes floristerías, lujosos restaurantes y presuntuosas agencias inmobiliarias.
Osama bin Laden, “an Arsenal fan”
A quien no se ve ha vuelto a ver por aquí es a Osama bin Laden, uno de los ‘gunners’ más ilustres. Sin embargo la grada del Emirates Stadium, al que los clásicos llaman ‘The Grove’, le sigue recordando versionando el ‘Volare’ de Domenico Modugno. “Osama, oh, oh. Osama, oh, oh, oh, oh. He comes from Taliban. He is an Arsenal fan”. Y no es una leyenda urbana de esas que los clubes lanzan con más o menos fortuna. Su biógrafo Adam Robinson confirmó que el fundador de Al Qaeda cayó rendido por la atmósfera de Highbury y la pasión de los hinchas del Arsenal durante su estancia en Londres. Ocurrió en 1994, cuando Bin Laden pasó tres meses en la capital inglesa reuniendo, presumiblemente, fondos para la red terrorista que luego echaría abajo las Torres Gemelas. Osama acudió al viejo Highbury, que se sepa, al menos en dos partidos del Arsenal en la antigua Copa de Europa. Uno ante el Torino y otro con el Paris Saint Germain, e incluso se cuenta que compró en la tienda del club una camiseta para Abdullah, el mayor de sus 13 hijos.
Osama se sentaba bajo el reloj del viejo Higbury. El primer reloj colocado en un estadio, que se situó allí por orden del legendario Herbert Chapman, estratega ilustre que creó en la década de los 30 la W-M, puso de moda las charlas tácticas y colocó un enorme reloj sobre la tribuna para que sus jugadores supieran cuánto tiempo restaba de partido. Hoy aquel viejo reloj preside una de las entradas del nuevo estadio, la llamada Big Clock Entrance.
La gentrificación al noroeste de la N5 ha convertido el sombrío paisaje industrial en un barrio residencial donde el Emirates se levanta sobre lo que era el viejo vertedero de Ashburton Grove. Un estadio lleno de lujos en el que los socios VIPS tienen hasta un putting green para calentar la muñeca embocando alguna bola en los minutos previos a los partidos del Arsenal. Dicen los aficionados más convencionales, como Mike, 36 años siendo socio ‘gunner’, que “más que es un estadio parece la ópera”. En el campo hay 150 suites que disfrutan los abonos más caros, los mismos que aparcan los coches junto a los de los jugadores y tienen calefacción en sus butacas. Los días de partido de Premier el club recauda más de tres millones de libras, que se van casi hasta los cinco cuando toca Champions.
En diciembre de 2006 se encontraron en el estadio restos de polonio 210, material altamente radiactivo con el que se envenenó al exagente soviético Aleksandr Litvinenko. Según las pesquisas de Scotland Yard, los sospechosos del asesinato del espía presenciaron el 1 de noviembre el partido de Champions entre el Arsenal y el CSKA de Moscú. Afortunadamente las cantidades eran mínimas y no pusieron en riesgo la salud pública de los aficionados.

El nuevo estadio del Arsenal, el Emirates, edificado sobre el viejo vertedero de Ashburton Grove / Fermín de la Calle
‘La Arsenalización’ del barrio
Después de la mudanza, el club trató de restaurar los vínculos con la historia del Arsenal en su nueva ubicación emprendiendo una iniciativa que bautizaron como ‘La Arsenalización’. Fundaron el ‘El Espíritu de Highbury’, un santuario en el sur del estadio en el que se homenajea a los jugadores que han jugado en el club durante su historia. Se instalaron ocho murales en el exterior del campo con 32 leyendas del club que rodean ‘The Grove’. En diciembre de 2011, durante las celebraciones por los 125 años del Arsenal, se inauguraron tres estatuas: la del ex capitán Tony Adams, la del entrenador Herbert Chapman y otra de Thierry Henry. Y en febrero de 2014, hicieron lo propio con una cuarta a Dennis Bergkamp en el exterior de la tribuna oeste. Entre las rutinas clásicas no falta una el paseo por la grada inferior antes del saque inicial de una gran bandera con el número ‘49’, en honor al récord de partidos invictos de ‘Los Invencibles’ de Wegner.
Aunque no fue todo tan fácil en el inicio. Para costearse la construcción del nuevo estadio el Arsenal puso en el mercado a sus jugadores más atractivos logrando recaudar más de 50 millones de libras esterlinas por los traspasos de Nicolas Anelka al Real Madrid y de Marc Overmars y Emmanuel Petit al Barcelona. Además, el traspaso de Anelka financió parcialmente la actual ciudad deportivo de los ‘gunners’, en London Colney. Por lo que la afición tiene cierto cariño al Real Madrid.
Pero todo no puede ser bueno y la gentrificación se ha llevado por delante los míticos estudios de grabación ‘Wessex’, donde The Clash grabó el legendario álbum ‘The London Calling’ en 1979. Durante la grabación, la banda iba a jugar fútbol a uno de los parques cercanos. Era una manera de pasar el tiempo juntos, lo que les ayudó a mantenerse juntos y evitar las recaídas con las drogas. Los Rolling Stones, Madonna o Queen también pasaron por aquel inmueble que hoy es un lujoso edificio de apartamentos de nueve plantas repleto de cristal y aluminio ocupa su lugar. Afortunadamente sigue en pie el ‘Hope & Anchor’, el pub que se convirtió en un templo punk de los 70 donde tocaron bandas como Madness, 999 o The Libertines, además de Elvis Costello, The Jam, The Ramones, The Police, U2, The Cure, Joy Division o The Pogues. Sigue vigente, desde 1880, en el 207 de Upper Street, en el ‘H&I’. “Al norte del norte de Londres”.