Aporofobia.
Esta palabra, acuñada por la catedrática Adela Cortina en 1995, se refiere al miedo o rechazo al pobre, no al extranjero. Este innovador término habla de la relación del rechazo hacia lo diferente, pero en función del poder adquisitivo de la persona y no de sus circunstancias de origen. Es muy realista e innovadora esta visión, pues por primera vez pone a la pobreza y la consecuente marginación de la persona en el centro. Es decir, no depende de dónde vienes, sino de cuánto tienes para aportar en el contrato social del lugar donde vives. Como diría la canción, «tanto tienes, tanto vales». Que, dicho sea de paso, es una defensa del pueblo gitano frente a la discriminación cantada a coro por un grupo de artistas de esta etnia.
Un buen ejemplo de la negación del neologismo, que da título a este artículo, es la Golden Visa que aprobó el Gobierno del Partido Popular en 2013, y que consistía en dar la residencia a todas aquellas personas extranjeras que hicieran una inversión de alrededor de un millón de euros. Afortunadamente, debido a la presión social, el gobierno socialista de Pedro Sánchez la eliminó en 2023. Como podemos observar, en esta oportunidad no existía xenofobia porque no existía el tan temido neologismo acuñado por la catedrática de Valencia. Es decir, eran ricos. Como bien dice la filósofa, cerramos los ojos ante la pobreza, la invisibilizamos y así hacemos como si no existiera. Pero existe. Esa palabra tan impactante semánticamente fue creada por su autora en 1995 y no fue reconocida por la RAE hasta 2007, fecha en la que fue incluida en nuestro diccionario de referencia.
Todo este prolegómeno es para poner de manifiesto que en nuestra comunidad, en pleno siglo XXI y en el año 2025, ambas palabras, xenofobia y aporofobia, están siendo las protagonistas del discurso en los presupuestos. El partido de ultraderecha, que es el socio de gobierno de un Partido Popular que se ha mimetizado con ellos y parece incluso más de ultraderecha que los originales, ha pedido que las ayudas sociales se otorguen únicamente a los españoles. Confiemos en que la presión social no permita tal despropósito e inhumanidad, pues este territorio siempre ha sido ejemplo de apertura y acogida. Además, muchas personas tenemos calidad de vida gracias a las personas inmigrantes que nos aportan con su trabajo para hacer una sociedad mejor y nuestra vida más digna.
La pregunta que nos queda por hacer será si el máximo representante de nuestra comunidad del PP se identifica con las palabras que hemos tratado en este artículo. ¿O se trata simplemente de una huida más para mantenerse en el poder al precio que sea, sin importarle absolutamente nada? Creo que son ambas, pero qué peligroso resulta que en nuestro gobierno autonómico tanto el rechazo al pobre como el rechazo al extranjero sean los principios que rijan a quienes nos gobiernan. Basta de aporofobia y xenofobia. En nuestra tierra no lo permitiremos.