Un gol de penalti de Dani Raba a falta de tres minutos para el final del partido le evitó un disgusto mayor al Leganés ante el Osasuna, al que solo una mala noche del delantero Ante Budimir le privó de marcharse con un triunfo que hubiera sido balsámico.
Afrontaban el choque los locales habiendo ganado uno de sus últimos diez partidos oficiales. Y los visitantes uno de once. Por ello el miedo a perder se hizo palpable sobre el césped, al menos durante una primera media hora de piernas encogidas y dominio alterno en la que el peligro llegaba con tiros desde fuera del área.
En el Leganés probaron suerte Juan Cruz y Renato Tapia, más peligroso el segundo con un golpeo centrado pero con veneno que obligó a despejar a Sergio Herrera. Y por parte del Osasuna la intención la puso Jon Moncayola, pero su impacto se fue por encima del larguero.
Sin embargo, como si de repente le entrasen a los dos conjuntos las prisas, el cuarto de hora previo al descanso acabó siendo frenético. Desató el torbellino el cuadro rojillo, con Budimir mandando al limbo una de esas que es más fácil meter que fallar, solo en el área pequeña y con toda la portería para él tras un pase atrás de Moncayola. Sin embargo le pegó el croata mordido y permitió a Marko Dmitrovic solucionar el problema.
No fue la única del ariete, que en el 42 convirtió en oro un balón de piedra, controlándolo primero con el pecho para acto seguido sacarse un disparo raso a la media vuelta que rozó el palo. Y entre medias de una ocasión y otra hubo un gol, de Lucas Torró a la salida de un córner que fue anulado por fuera de juego previo de Rubén García.
Fueron minutos de desconcierto del Leganés, que aguantaba como podía y que inesperadamente estuvo a punto de irse en ventaja al paso por vestuarios. Lo evitó de nuevo Herrera, estirándose como chicle para desviar un cabezazo de Sergio González en el añadido.
Esas dos últimas acciones no eran sino el reflejo de la importancia del balón parado en un choque de estas características. Pero por si no fuera suficiente muestra, se añadió también a la lista el 0-1, originado en un saque de esquina que peinó Alejandro Catena en el primer palo y cabeceó a las mallas Jorge Herrando en el segundo tras ganarle la espalda a Matija Nastasic.
El daño pudo ser mayor si Budimir hubiera tenido una noche normal y no impropia de él. Así, desperdició dos más de las que perdona pocas; otro remate ‘debajo del larguero’ desviado in extremis por Valentin Rosier y un mano a mano con Dmitrovic que tapó bien el arquero.
Mientras, el bando blanquiazul solo era capaz de ponerle ganas ante la ausencia de juego. No parecía eso arma suficiente para hacer cosquillas a un contrario acomodado que no daba sensación de flaqueza hasta que, a falta de cuatro minutos, Abel Bretones cometió un penalti tan claro como absurdo por agarrar a Sergio González en la lucha por un esférico que se iba fuera.
Ejecutó Dani Raba y la pelota entró con suspense, tras tocar en el larguero, para evitar que el Leganés se hunda más en un fango del descenso que sigue salpicando al Osasuna.