La demencia es una enfermedad cerebral que puede deberse a diferentes causas que conducen al deterioro progresivo de las funciones neurológicas y cognitivas. Afecta a la memoria y al habla de una forma más grave y rápida de lo que se consideraría normal en el proceso de envejecimiento biológico.
Las enfermedades de Alzheimer y Parkinson, por ejemplo -explica el doctor Manuel Toledo, especialista en neurología de Clínica Corachan, “se manifiestan con demencia, pero de forma diferente, sobre todo en estadios iniciales”.
Según sea la causa que la origine, la demencia puede comenzar en una zona u otra del cerebro y, por lo tanto, dar lugar a manifestaciones diferentes. Pero todas las demencias tienen en común que, en su progreso, acaban afectando a todo el cerebro. Por ello, a medida que la demencia avanza, se produce un deterioro general de la persona, que afecta también a otros órganos, como aquellos implicados en la respiración o el sistema digestivo.
Aunque la demencia no diferencia por sexo, su prevalencia parece ser un poco mayor en mujeres. Pero, tal como precisa el doctor Manuel Toledo,, “hay que tener en cuenta que la edad es el principal factor de riesgo para desarrollar demencia, y las mujeres tienen una esperanza de vida mayor”.
Primeros indicios
Algo que nos puede llevar a sospechar de una demencia es, sobre todo, la pérdida de la funcionalidad habitual de la persona. El doctor Manuel Toledo, señala algunos detalles, como el descenso del rendimiento en el trabajo, los cambios inesperados en las rutinas diarias o en la forma de expresarse como posibles primeros síntomas de una demencia.
Pero, ¿cómo podemos distinguir una demencia de un despiste o una desorientación temporal, por ejemplo, por una infección de orina o en otro lugar?
El especialista de Clínica Corachan nos dice: “Todos tenemos despistes o incluso épocas en las que estamos más despistados, igual que puede haber infecciones o simplemente temporadas de mal descanso nocturno que nos hagan tener más olvidos o estar menos concentrados”.
Sin embargo -añade- “la aparición de síntomas cognitivos recurrentes de carácter progresivo sin que haya una causa justificable nos tiene que hacer pensar en la posibilidad de una demencia”.
La demencia la asociamos normalmente a personas de mucha edad, porque, efectivamente, el riesgo de demencia está asociado al natural proceso de envejecimiento. Se sabe que a partir de los 65 años los riesgos crecen exponencialmente con cada año que pasa. Y el deterioro cognitivo asociado a la edad lo viviremos todos a medida que cumplamos años.
Sin embargo, según la causa que la produzca, la demencia puede darse a cualquier edad. Si hablamos en particular de la enfermedad de Alzheimer, se considera precoces a todos aquellos pacientes con menos de 65 años.
Investigación y tratamiento
El doctor Manuel Toledo, explica que las investigaciones llevadas a cabo en los últimos años sobre todo han revelado qué sucede en el cerebro durante la demencia, tanto a nivel de las moléculas como en la imagen. Estos datos están permitiendo desarrollar nuevos tratamientos y comprobar si se modifica la enfermedad.
Está aceptado en todo el mundo que el neurólogo es la persona más capacitada para hacer un diagnóstico de demencia y determinar cuál es la causa que la produce desde los primeros estadios de la enfermedad.
Actualmente, los tratamientos disponibles están destinados a evitar la rápida evolución del deterioro cognitivo. Lamentablemente, aún no existen tratamientos que hayan demostrado una mayor supervivencia y mejoría de las funciones cognitivas. “El tratamiento está muy enfocado a mejorar los síntomas cognitivos y conductuales de la demencia”, puntualiza el Dr. Manuel Toledo.
Inevitablemente, la demencia conduce al fallecimiento de la persona, pero el pronóstico dependerá de la rapidez propia de la enfermedad y de cuál sea la condición de salud de la persona, es decir, si presenta otras enfermedades que puedan hacer que vaya peor.
Prevención
Sobre lo que está en nuestras manos para contribuir a prevenir la demencia, el doctor Toledo,. explica que, “más que prevenir, hay que evitar que, si aparece la demencia, tenga mucho impacto desde el principio”. Para ello -indica- “estar activo física e intelectualmente parecen las mejores herramientas”.
Por otro lado, los expertos recomiendan un estilo de vida saludable como principal factor para evitar la aparición de la demencia. Evitar excesos, hacer ejercicio físico regular o mantener una dieta equilibrada son quizás las claves de la prevención -apunta el especialista de Clínica Corachan, precisando que, en realidad, “todo ello se deber hacer a lo largo de la vida”.
Sí que hay algunos hábitos de la vida diaria que se aconsejan, al margen de si hay un tratamiento farmacológico o terapia con profesionales, para contribuir a una mejora o ralentización del progreso de la demencia. El Dr. Manuel Toledo recomienda mantener una rutina diaria con unos horarios de sueño estrictos, hacer algún tipo de actividad intelectual y ejercicio físico, porque todo ello ayudará a las personas con demencia a mantener su enfermedad más estable.