En un momento de la charla, Miriam Garlo, la actriz que protagoniza ‘Sorda‘, reprende amablemente al entrevistador por utilizar la expresión ‘no oyente’. «A las personas sordas nos gusta que nos llamen ‘sordas’. Decir ‘no oyente’ es como dejar claro que existe un estándar en el que no encajamos». Tanto ella como su hermana, Eva Libertad, directora de la película, tenían asumido que la promoción de ‘Sorda’ se iba a convertir en un espacio desde el que hacer pedagogía sobre una discapacidad en torno a la que «existe un gran desconocimiento», pero aseguran que el interés y la voluntad de entender de la gente que se les acerca estos días está siendo una gratísima sorpresa. «Nos transmiten que la película les ha descubierto cosas en las que nunca se habían parado a pensar. Ojalá gracias a esto el público oyente empiece a tomar conciencia de su sordera».
‘Sorda’ es, en cualquier caso, bastante más que un simple vehículo de sensibilización social. La ópera prima de la murciana Eva Libertad, recién estrenada en las salas de cine después de pasar por el D’A Film Festival, es una película compleja, sensible y valiente que ya ha ganado el Premio del Público de la sección Panorama de la Berlinale y la Biznaga de Oro del Festival de Málaga y que, a casi un año vista, parece tener asegurada su presencia en la próxima ceremonia de los premios Goya en varias categorías.
La película retrata las inseguridades y los conflictos por los que atraviesa una pareja mixta -ella es sorda; él (espléndido Álvaro Cervantes), oyente- en el momento de convertirse en padres. El retrato que el filme hace de Ángela, esa madre en permanente desventaja que, en su afán por mantener un vínculo especial con su hija, llega a sentir una punzada de contrariedad cuando el médico le notifica que la niña oye con normalidad, no es especialmente amable. «En el proceso de escritura de guion, recibí ‘feedbacks’ que me decían que Ángela corría el riesgo de caer mal y a mí eso ya me parecía bien -explica Libertad-. La idea nunca fue construir un personaje ejemplar que representara a todas las mujeres sordas, porque eso no tenía ningún sentido. A mí me gustan los personajes femeninos complejos, con varias capas, con fallos y contradicciones».
Discapacidad invisible
Además, apunta Garlo, esa dificultad de entender a Ángela por parte del espectador oyente representa bien la barrera de incomprensión con la que a menudo topan las personas sordas. «La sordera es la única discapacidad invisible y eso hace que no caiga simpática, por decirlo así. No hay nada que te prepare anticipadamente para saber que te estás relacionando con una persona con discapacidad y eso resulta chocante. La gente piensa que estás empanada o no te estás enterando o eres tonta, porque no tiene esa información previa que la predisponga a la empatía y el respeto».
Álvaro Cervantes y Miriam Garlo, en una imagen de ‘Sorda’ / Distinto Films
En el caso de la película, la empatía del espectador se dispara cuando el estupendo trabajo de sonido le obliga a compartir las limitaciones auditivas de la protagonista. «Ese momento nos daba la oportunidad de decir: ‘Vale, no has entendido a Ángela, pero ahora vas a terminar de entenderla, si quieres'», comenta Eva Libertad. «Me apetecía mucho poner al público oyente en ese lugar, porque es un lugar de incomodidad«. Y desde ese lugar es casi imposible no compartir la angustia de esa mujer enfrentada una y otra vez al estrés de no saber muy bien qué está pasando a su alrededor, una ansiedad que se convierte en auténtico pánico en momentos como el del parto (recreado en una escena tensísima fruto de las conversaciones que la directora tuvo con varias madres sordas).
Miriam Garlo es la primera actriz sorda que protagoniza una película en España, una circunstancia que ella atribuye a la mera fortuna de haber tenido una hermana oyente que es directora de cine. «Yo no quiero ser un referente, ni para la comunidad sorda ni para la comunidad oyente -señala-. Por supuesto, me gustaría seguir haciendo un trabajo como actriz, en cine o teatro, hablando de este mundo o de otros mundos, y afrontarlo desde el compromiso y la responsabilidad pero también desde el disfrute, con espacio para meter la pata». Es una aspiración que la obliga, dice, a «un sobreesfuerzo» continuo. «No puedo acceder en igualdad de condiciones a cursos de formación, faltan intérpretes de lengua de signos… Ni siquiera puedo ver películas españolas en una sala, porque no tienen subtítulos». ‘Sorda’, por cierto, sí los tiene. «¡Por fin una película que voy a poder ver en el cine!», ríe la actriz.