Por nombres Granada parecía volver a tiempos
pasados. Es bonito ver aparecer esporádicamente en festivales así y por causas
como ésta a toreros a los que las generaciones más jóvenes no han visto en el
circuito de las grandes ferias. El problema es que de la excepción se hace
regla. Matilla y sus secuaces han programado un Corpus que por nombres no
difiere al que se celebró hace 25 años cuando El Fandi tomó la alternativa.
Pena que no ocurra lo mismo en el número. Díez festejos se programaron para
empezar el milenio. Ahora solo cuatro pero ya saben, ahora les contarán que el
toreo está de moda porque cuatro tiktokers con gomina y americana barata
pueblen las andanadas.
Con estas mimbres, rompía el paseíllo benéfico
y salía el primer novillo para Pepín Liria. Realizó un recibo capotero lucido y
tras un pinchazo en varas comenzó su faena de muleta. Novillo de mucha
movilidad pero de embestida muy descompuesta. Con el calamocheo que no daba
tregua y tras primeras probaturas, hubo acople sobre todo por el pitón
izquierdo. No dejaba relajarse pero estuvo a la altura. Tras un pinchazo recetó
media estocada prácticamente en los medios. La plaza le pidió la segunda pero
con una fue suficiente.
Mucha expectación al reclamo de Morante aunque
fuese de corto y con sombrero cordobés de copa alta. La gente estaba dispuesta
a cantárselo absolutamente todo y así ocurrió. Recibió al animal soltando la
esclavina del capote al llegar el momento del embroque. Preciosa imagen.
Después llegaron verónicas muy despaciosas de esas de poesía sevillana cursi.
El novillo muy suelto arrollaba y casi sorprende a José Antonio cuando lo
llevaba al caballo. Después acudió al que guardaba la puerta y lo derribó.
Brindó el torero al público y la plaza quiso guardar silencio. Pena que el
animal no tuviera uno. Mortecino. El de La Puebla estuvo voluntarioso y firmó
estampas lúcidas más por el pitón derecho que por el izquierdo. Lo cuadró para
la suerte suprema barriéndole el lomo. Oasis entre la monotonía del escalafón.
Estocada trasera y muy efectiva. Le dieron las dos.
El Fandi en el año de sus bodas de plata sacó
a relucir su repertorio habitual. Variedad con el capote, tercio de banderillas
lucido, el mejor el par al violín y la plaza entregada. Le exigió mucho con la
muleta en el inicio hasta que el animal se fue al suelo. Era repetidor pero de
escasa transmisión. Lo exprimió y cerró el trasteo con manoletinas. Lo mejor
fue la estocada. Verdadero puñetazo en todo lo alto. La plaza le pidió el rabo
pero en abril con dos es suficiente. En el Corpus llegarán los excesos.
La merienda sí fue digna de feria. Ahí no se
escatima. Nadie le rindió cuentas a Perera, triunfador de la pasada feria de
Granada, en unas verónicas de mucho gusto. Después vinieron unas chicuelinas
muy ceñidas. Buen novillo al que exigió muchísimo. Mando y mano baja para
cuajarlo con momentos de mucha rotundidad. Clasicismo y mucho temple. Estocada caída que no fue
obstáculo para cortar una oreja.
No tuvo suerte Talavante con su animal el
extremeño pasó totalmente inédito. Pitos en el arrastre.
En el sexto Zulueta dio diez verónicas con
muchísima facilidad. Como toda la tarde, ni un puyazo. Le brindó a Morante y
empezó con ayudados por alto de rodillas. Faena muy bien estructurada en la que
se vieron los mejores muletazos de la tarde. Al natural se encajó y tiró de la embestida con la
gracia de los toreros artistas. Lo pinchó hasta tres veces pero hubo unanimidad
en la petición y le entregaron su trofeo. ¿Dónde estará Zulueta dentro de
veinticinco años? El tiempo dirá pero no me extrañaría que sus compañeros de
esta tarde sigan en los carteles. Cuando den el último escobazo, apagarán la
luz, repartirán la taquilla y echarán la persiana.