Nació en Rumanía, pero lleva más de 25 años viviendo en Calatayud, donde nació uno de sus dos hijos y tierra en la que asegura sentirse «como en casa». Claudia lleva Aragón en el corazón y presume de ello cuando sale a competir fuera de la comunidad, en la que ya es una de las competidoras más relevantes en jiu-jitsu, un arte marcial centrado en la flexibilidad y la suavidad.
Lució galones Claudia en enero, cuando logró su primera medalla de oro internacional en Génova (Italia) o más recientemente en Parla, donde hizo historia al proclamarse campeona de España en categoría Ne Waza (suelo) para más de 70 kilos para pregonar a los cuatro vientos su pasión por una disciplina que le cautivó hace poco. «Seis o siete años, no hará más», confiesa la deportista. «Yo tenía ya una edad, 37 años, y buscaba una actividad deportiva a la que dedicarme. Sabía de la existencia del jiu-jitsu, muy popular en Calatayud gracias a la familia Cruz, que lleva toda la vida dando clases, así que me animé y me pareció muy interesante. Somos unas cuantas, pero no muchas se animan a competir», relata.
El flechazo fue inmediato. «Me gusta, además, que te enseña muchas cosas a nivel de defensa personal, lo que siempre puede venir bien en tu vida privada». El gran ambiente en los entrenamientos, la estimulación a nivel físico y el trabajo mental completaron la seducción. «Son llaves, derribos y movimientos a recordar. Me enganchó de inmediato y aquí me he quedado, con la dedicación del profesor y la gran ayuda de mis compañeros, uno de los cuales me animó a competir. Esto es un trabajo de equipo, somos una gran familia».
Para Claudia, el jiu-jitsu «es un deporte que ayuda en la vida, una enseñanza del uso del peso corporal a tu favor que incluye un poco de judo, otro de kárate, con puño, patadas y derribos. Comprende varios deportes en uno».
Se divide en dos ramas: el japonés, que fue desarrollado por samuráis para poder defenderse sin hacer uso de armas y que incluye técnicas de lanzamiento, llaves y golpes, y el brasileño, surgido hace un siglo y que se centra especialmente en el combate en el suelo enfocado en técnicas de sumisión.
En su caso, el oro en el Nacional lo logró en categoría Ne Waza, que comprende el derribo y la inmovilización en el suelo. «Empecé a competir en el Campeonato de Aragón en lucha, con tres fases: golpe, derribo y suelo, y logré el oro y también el bronce en el Nacional. Para empezar a competir me sentía más segura en suelo, pero a partir del año pasado comencé a asumir retos más grandes», explica.
Y el desafío continúa. «El siguiente es el Europeo en octubre. Quiero ir a fuego este año, a por todas», asegura Claudia, que dedica cada vez más horas al jiu-jitsu. «No me privo de muchas cosas, ya que en mi categoría, más de 70 kilos, no tenemos tope, aunque debes cuidarte y ser rigurosa en los entrenamientos».
Pero este arte marcial no solo aporta beneficios en forma de medallas y títulos. «Hace que me sienta segura en la calle, algo que es muy importante teniendo en cuenta los tiempos en los que estamos. Algunas chicas se apuntan a clases de defensa, aunque Calatayud es una ciudad muy tranquila. Pero el jiu-jitsu hace que te sientas segura al saber que, en un momento dado, te podrías defender de una agresión», destaca.