Empató el Barcelona, perdió el Real Madrid y todo apuntaba a la dimisión del Atlético, que salió a pasearse por Nervión. Pero en un arrebato de carácter Pablo Barrios se sacó un zurdazo que le da los tres puntos y aprovecha una jornada propicia para que los rojiblancos se reenganchasen a la pelea por el título, porque se colocan a tres puntos del Real Madrid y siete del Barça.
Sevilla y Atlético de Madrid se medían en un encuentro entre dos equipos en plena depresión. Los de Nervión tratan de sobrevivir de la guerra civil que se libra en sus despachos y en la grada mientras su plantilla se ha vulgarizado a base de apuestas arriesgadas en el mercado que han llevado al equipo a pelear por no descender en lugar de asomarse a Europa. El Atlético, por su parte, se ha desinflado tras la controvertida eliminación en la Champions, con el penalti de Julián Álvarez ante el Real Madrid y deambulaban por los partidos como un zombie.
Golazo de Agoume, empate de Julián
Así que comparecieron con la actitud por los tobillos y las expectativas por los suelos. Amaneció el encuentro con un gol de Agoume que adelantaba a los hispalenses a los siete minutos. Un disparo desde fuera del área que sorprendió hasta al propio Agoume, que está completando una temporada muy gris. Sin embargo, el tanto no operó ningún efecto en las hordas atléticas, aunque en la primera ocasión en la que los visitantes pisaron el área sevillista, allá por el minuto 25, Bade arrolló a Gallagher en una jugada intrascendente. La falta máxima la convirtió Julián Álvarez empatando el marcador, justo castigo para ambos en un encuentro tibio como los ánimos de ambos.
La segunda parte no mejoró el desempeño de unos y otros, exhibiendo la pesadumbre anímica de los dos con un fútbol descafeinado y errático que provocó los bostezos de los valientes que se dieron cita en el estadio de Nervión. Nyland sacó una buena a mano a disparo de Giuliano Simeone, mientras en el área de Oblak no había grandes novedades. Gritaba el Pizjuán »¡Directiva dimisión!», cuando Griezmann se retiraba con más pena que gloria. Dos postales que ratifican la deriva de unos y otros en este final de curso en el que ya no tienen nada que jugarse unos y otros. O al menos no parecen dispuestos a ello.
Escándalo en la grada de Nervión
Paseaba Simeone taciturno por la zona técnica visitante del Pizjuán mientras la grada dimitía del partido para revolverse contra su palco y su presidente, José María del Nido Carrasco. El partido, que hasta llegó a ser parado por el lanzamiento de papeles y objetos, era lo menos importante para todos, jugadores y público. Un trámite del que fueron dimitiendo todos los protagonistas con el paso de los minutos. Sin ambición por parte de los dos equipos, y de sus entrenadores, el choque caminaba hacia el empate a ritmo de tortuga sin grandes novedades. La aparición de Koke, recuperado de su lesión, y un par de disparos sin colmillo que Oblak frenó sin problema fueron lo más destacado en una segunda mitad soporífera. Firmaba García Pimienta el empate y Simeone se encomendaba a Sorloth.
Gallagher desperdició dos ocasiones en el área local y Bade otra en un saque de córner. Les faltó la fe, como a sus entrenadores y compañeros. Pero en el último cuarto de hora los atléticos se fueron arriba ante un rival inexistente. Y en el descuento, Barrios se sacó un latigazo que revive a este Atlético que, como le gusta decir a su entrenador, nunca baja los brazos. Eliminado en Champions y Copa, y a un paso de dar carpetazo a la temporada con ocho partidos de Liga aún por delante, el Atlético se reenganchaba a la lucha por el título en un fin de semana en el que aparca su depresión.