Cinco meses desde la DANA. ¿Cree que se agotará la legislatura?
Eso lo sabe Abascal, y además hace bandera de ello. A Abascal y a Vox les va bien y por eso le han vendido ese tiempo político a Carlos Mazón para que sobreviva. Yo creo que Mazón piensa que puede volver a una situación normal, pero cada día estamos viendo que la situación nunca será normal para él. Aunque agote la legislatura, él no será el candidato.
¿Por qué cree que aguanta Mazón: por el sueldo, por seguir aforado, por si es capaz de revertir la situación actual?
Es por una multitud de factores. Primero, porque efectivamente él cree que podrá revertir la situación y que ganando tiempo podrá volver a una cierta normalidad. Y luego, evidentemente, por todo lo demás que nosotros repetimos. Es decir, Mazón quiere seguir aforado, no quiere ir a la jueza de Catarroja. Quiere seguir teniendo la posibilidad que está teniendo de dar esos contratos de emergencia a dedo y además vemos que personas de su entorno más próximo son agraciados con este tipo de contratos. Y luego para poder disfrutar de las prerrogativas del estatuto de expresidente, que le correspondería si llega a los cuatro años tener un sueldo vitalicio de 75.000 euros durante quince años. Por eso nosotros hemos presentado esta ley, porque entendemos que este expresidente de ninguna de las maneras se lo merecería, y también porque entendemos que en el Consell Jurídic Consultiu tiene que estar gente que pueda aportar y con experiencia en el campo jurídico, cosa que no tiene Carlos Mazón.
¿Y el PP? ¿Por qué cree que aguanta a Mazón?
Porque no tiene otra opción. María José Catalá es una opción que Vox no la ve con buenos ojos y creo que ella tampoco, porque mientras está Mazón todos los cañones estén apuntando a él pese a que València es la segunda ciudad con más víctimas. Y luego porque cualquier cambio depende de Vox y, evidentemente, porque para ser presidente o presidenta de la Generalitat tienes que ser diputado, y el banquillo del PP ahora mismo no está muy boyante. En el PP también pensarán que mejor que se acabe de quemar Mazón y no quemar a otro candidato. Ahora mismo Feijóo está haciendo de la necesidad virtud. El principal beneficiado del pacto con Vox es Santiago Abascal, que no pierde día haciendo gala de algo muy humillante: decir que Mazón estará hasta el día que ellos quieran.
Dice que a Vox le viene bien que esté Mazón al frente del Consell y que para el PP es un mal menor. Pero, en el tacticismo político, ¿no le viene bien también a la izquierda que Mazón siga en el foco?
Yo no sé si nos viene bien o nos viene mal. Nosotros estamos haciendo todo lo que está en manos de Compromís: hemos planteado la moción de censura mucho antes de que Vox pactara los presupuestos con Mazón. Sí que es verdad que se ha convertido en blanco de muchas iras y creo que con la oposición que estamos haciendo la gente nos reconoce que hemos estado en el sitio justo, que planteamos con valentía todo aquello que planteamos. La moción de censura, aunque no den los números, hay que hacerla por dignidad. Es lo que nos pide la gente.
Ustedes siguen defendiendo la moción de censura. ¿No piensa que imponerse a una hipotética moción le daría oxígeno a Mazón?
Yo creo que no. Lo que haría es clarificar el papel de Vox a la hora de apoyar, de ser el cómplice necesario, de ser la muleta de un personaje como el president de la Generalitat al que no puede ver nadie, ni las víctimas ni los afectados, pero tampoco los votantes de su partido. Veíamos el otro día una encuesta en la que los propios votantes del PP suspendían al president de la Generalitat.
Pero si en algo coinciden las encuestas es que el bloque de la derecha tendría opciones de gobernar si se va ahora a elecciones. ¿Cómo lo interpreta?
Para los que venimos de una larga trayectoria, los que vivimos aquellos años de vino y rosas y corrupción del PP, era descorazonador luchar y luchar y ver que el PP seguía manteniendo unas cuotas de aceptación social muy grandes. Ahora nos pasa lo mismo, pero con una diferencia: hace cinco meses y medio ninguna encuesta apuntaba a la posibilidad del cambio, y ahora, sí.
Y sin moción, sin dimisión, sin adelanto electoral. ¿Qué línea va a seguir Compromís?
El papel de la oposición está determinado. Es decir, nosotros tenemos que denunciar lo que creemos que se está haciendo mal y también hacer propuestas. Siempre que Mazón comparece en las Corts, que son pocas veces porque PP y Vox quieren protegerlo, dice que nosotros no hacemos propuestas. ¡Claro que hacemos propuestas! En el pleno de la semana que viene habrá una de ayudas para la salud mental de los afectados por la DANA, calcada a la que hizo Carlos Mazón con el tren de Bejís. La semana pasada hicimos una propuesta de una unidad valenciana de emergencias, con un mando único de todos los cuerpos de bomberos y para que el 112 pasara a ser directamente de la Generalitat. Nos la tumbaron, veremos qué pasa con la siguiente.
Esta semana se ha conocido que se ha detenido a una persona por amenazar de muerte a Mazón… Y el PP ha señalado a la izquierda. ¿Ustedes se sienten responsables?
La desgracia ha aumentado el nivel de indignación y eso se ve en las manifestaciones. No es normal que cinco meses después sigan saliendo 25.000 personas a la calle a exigir la dimisión de Mazón. Y nosotros lo hemos dicho claramente: condenamos cualquier amenaza, a cualquier persona, sea quien sea. Cuando Vicent Marzà tenía que ir con dos escoltas porque había tenido también amenazas, o Isaura [Navarro], nosotros nunca dijimos que eso era fruto de la derecha que apuntaba. Es muy miserable intentar culpabilizar a la izquierda de que una persona amenace al president. Yo tengo que seguir denunciando que el president abandonó a su gente en el día más importante de la legislatura.
Pero sí que se vive un ambiente irrespirable en la política, que dicen los expertos que genera desafección en la ciudadanía…
Hay una canción de The Doobie Brothers que se llama Tren de largo recorrido. Yo me acuerdo el último gobierno de Felipe González y cómo empezó la crispación. De cómo se cebaron con una persona como Pilar Miró. Yo entré en el Congreso en el 2011 en un parlamento que más o menos respondía a los cánones que habíamos tenido durante toda la Transición y vi la irrupción de la extrema derecha. Evidentemente, comenzó todo a cambiar: el lenguaje, las formas… Y hay una pauta común: siempre que hay gobiernos progresistas, el nivel de confrontación aumenta mucho.
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