Defender el escudo con orgullo y compromiso. Exigencia desde el primero al último de los minutos. Es lo mínimo que el valencianismo exige hoy a su equipo en la visita al Santiago Bernabéu. Los de Carlos Corberán visitan al Real Madrid obligados a dar la cara de principio a fin y no entrar al campo derrotados como contra el Barcelona y el Atlético de Madrid. Salir humillados otra vez no es opción. Las bajas de tres titulares como José Luis Gayà, Luis Rioja y Dimitri Foulquier tampoco pueden servir de excusa. Competir es el único camino. Honor por encima de todo.
Al Valencia de Corberán no se le puede pedir que gane en Chamartín porque las diferencias entre uno y otro proyecto son abismales como consencia del abadono de Peter Lim, pero sí hay que exigirle que no se arrugue y haga todo lo posible para ganar. El valencianismo no se merece otro sonrojo a los ojos de todos el mundo del fútbol. Se merece un Valencia con personalidad que tenga las ideas claras y sepa aprovechar sus armas. Como han hecho otros equipos de la parte baja de la clasificación. Sin ir más lejos, el Leganés hace una semana con mucho sufrimiento (3-2) para los de Carlo Ancelotti.
El reto es difícil porque el Valencia no es capaz de competir contra los grandes esta temporada y porque arrastra casi un año sin ganar a domicilio. Desde el pasado 15 de abril. Tampoco acompaña la estadística en la historia reciente de LaLiga. 17 años sin ganar en el Bernabéu hablan por sí solos de la dificultad. A pesar de todo, el equipo viaja a la capital con la ambición de ponerselo difícil al Madrid pese a las bajas y la entrada al once titular de jugadores menos habituales como Max Aarons, Jesús Vázquez o Fran Pérez. El equipo no puede arrugarse. Ni tener miedo. Tampoco dar por perdido el partido antes de jugarlo. Corberán enseñó el camino en sala de prensa. «Claro que el partido del Madrid es de nuestra Liga», dijo en alusión al mensaje derrotista de Rubén Baraja antes de la visita al Metropolitano.
A favor del Valencia juega que su momento de forma. El mejor de la temporada. Estabilizado gracias a sus números Champions desde la llegada al banquillo de Corberán y fuera de los puestos de descenso a segunda. Por primera vez en mucho tiempo hay margen de error. El trabajo del técnico ahora es evitar que esos cuatro puntos de ventaja se conviertan en relajación. «No siento que hayamos conseguido nada», decía intencionadamente el entrenador ayer. Su solución a las bajas pasa por un cambio de sistema con tres centrales y dos carrileros como ha ensayado durante toda la semana en Paterna.
El Real Madrid, por su parte, afronta el partido en plena lucha por el título con la confianza de ser el mejor local de LaLiga (37 puntos ganados de 42 posibles). El problema de Ancelotti es que el encuentro llega después del desgaste físico de la prórroga contra la Real Sociedad en la Copa y antes de la ida de las semifinales de la Champions contra el Arsenal que disputarán el martes en el Emirates Stadium. Cansados por la Copa y despistados por la Liga de Campeones. El Valencia tiene que intentar beneficiarse. También de la situación de la portería blanca con Courtois Thibaut descartado y Andriy Lunin entre algodones en la lista. Si el ucraniano no juega, la responsabilidad bajo palos será para el debutante de 19 años Fran González. Todo apunta al regreso de la pareja de centrales formada por Antonio Rüdiger y Raúl Asencio, más la presencia de Fran García en el lateral izquierdo. Luka Modric y Arda Güler pugnan por hacerse un hueco en un equipo titular al que regresa Kylian Mbappé tras su respiro copero.