La extinción masiva del Pérmico homogeneizó los ecosistemas marinos globales tras un aumento extremo de CO₂ debido a erupciones volcánicas. Descubre qué lecciones deja para el cambio climático actual.
La extinción masiva del Pérmico, ocurrida hace aproximadamente 252 millones de años, es la mayor crisis biológica en la historia de la Tierra. Conocida como «La Gran Mortandad», este evento catastrófico exterminó el 81% de las especies marinas y el 70% de los vertebrados terrestres. Durante décadas, los científicos se han preguntado sobre un fenómeno peculiar que ocurrió después de esta extinción: la homogeneización drástica de los ecosistemas marinos en la fase de recuperación, donde las especies marinas mostraron una alta similitud en diferentes regiones del planeta.
Una investigación liderada por la Universidad de Stanford, publicada en Science Advances, ha resuelto este misterio: revela que el cambio climático extremo—provocado por erupciones volcánicas masivas—fue el principal impulsor de este fenómeno, y que las tolerancias fisiológicas de las especies sobrevivientes jugaron un papel clave.
El papel del cambio climático catastrófico
El evento comenzó con las erupciones de los Traps Siberianos, una vasta región de actividad volcánica que liberó una cantidad sin precedentes de dióxido de carbono (CO₂) en la atmósfera. Se estima que más de 100.000 billones de toneladas métricas de CO₂ fueron emitidas, provocando un aumento de las temperaturas globales de aproximadamente 10°C. Los océanos, que actúan como amortiguadores del CO₂ atmosférico, se acidificaron gravemente, y la desoxigenación se intensificó debido a las aguas más cálidas y la alteración de la circulación oceánica. Además, las condiciones euxínicas (sulfídicas)—una combinación letal de bajos niveles de oxígeno y alta concentración de sulfuro de hidrógeno—se extendieron por los entornos marinos. Estas condiciones extremas remodelaron los ecosistemas, al eliminar a las especies que no pudieron adaptarse a los cambios rápidos.
El estudio destaca que las especies que lograron sobrevivir a este cataclismo eran generalistas, organismos con amplias tolerancias fisiológicas en cuanto a temperatura, niveles de oxígeno y acidez. Entre estos supervivientes se encontraban animales como los moluscos y caracoles, capaces de soportar una gran variedad de condiciones ambientales. Por otro lado, las especies especializadas fueron eliminadas.
Gradientes ambientales
Lo que hizo único este periodo fue la desaparición de los gradientes ambientales: diferencias en la temperatura, niveles de oxígeno y estructura de los hábitats típicamente presentes en diferentes latitudes. Los cambios climáticos extremos aplanaron estos gradientes, creando condiciones más uniformes en todo el mundo.
Esto permitió que las especies con rangos de tolerancia elevados expandieran sus hábitats a través de vastas áreas geográficas, llevando a lo que los investigadores llaman «La Gran Homogeneización» de la biodiversidad: las comunidades marinas se volvieron sorprendentemente similares en todo el planeta, un fenómeno impulsado no por la competencia ecológica o dinámicas depredador-presa, sino por el filtro ambiental impuesto por las duras condiciones.
Simulaciones realizadas por los investigadores demostraron que las sensibilidades de las especies a la temperatura y el oxígeno eran suficientes para predecir su distribución después de la extinción. Esto significa que los rasgos fisiológicos de los organismos, combinados con el clima alterado de la Tierra, explican la homogeneización biogeográfica generalizada sin necesidad de considerar otros factores ecológicos.
Referencia
Physiology and climate change explain unusually high similarity across marine communities after end-Permian mass extinction. Jood A. Al Aswad et al. Science Advances, 26 Mar 2025, Vol 11, Issue 13. DOI: 10.1126/sciadv.adr4199
Lecciones para hoy: niveles de Co₂ antes y ahora
La extinción del Pérmico ofrece una advertencia contundente para el mundo moderno. Las erupciones volcánicas de los Traps Siberianos llevaron los niveles de CO₂ atmosférico a picos dramáticos, lo que desencadenó un cambio climático catastrófico. Durante ese periodo, se estima que las concentraciones de CO₂ alcanzaron aproximadamente 2.000 partes por millón (ppm). Comparativamente, en la era preindustrial, el CO₂ atmosférico era de alrededor de 280 ppm (remanente de los Traps Siberianos), pero en febrero de 2025 ha superado las 427 ppm debido a la actividad humana, un nivel que no se veía en millones de años.
Aunque los niveles actuales de CO₂ son más bajos que los del Pérmico, la tasa de aumento es mucho más rápida hoy en día. Las emisiones humanas han causado que el CO₂ atmosférico aumente más del 50% en solo dos siglos, mientras que la acumulación durante el Pérmico pudo haberse dado en decenas de miles de años. Este ritmo acelerado deja poco tiempo para que los ecosistemas se adapten, planteando preocupaciones sobre la sexta extinción masiva que estamos viviendo.
“Se prevé que la actual crisis de biodiversidad anuncie cambios en la composición de los ecosistemas que superen incluso los observados en el Triásico temprano, que ha sido el mayor evento de homogeneización hasta la fecha”, señalan en su artículo los autores del estudio.
Las lecciones de la extinción del Pérmico subrayan la fragilidad de los sistemas ecológicos de la Tierra ante el estrés ambiental extremo. Aunque la tecnología moderna y los esfuerzos de conservación ofrecen herramientas para mitigar el cambio climático, la magnitud de la disrupción causada por el CO₂ en el pasado nos recuerda las consecuencias a largo plazo de las emisiones descontroladas de carbono.