Podemos está distante. Quiere ir en solitario

Tres frases. «A la gente le parece muy bien que tengamos matices, que nos enriquezcamos, pero la gente lo que quiere es que caminemos juntas«. En el actual Gobierno de coalición de PSOE y Sumar «solo manda Pedro Sánchez». «Que el PSOE asuma su responsabilidad, que integre a una parte de Sumar y Podemos ya asumirá el liderazgo que le toque asumir». Tres frases. La primera, de la vicepresidenta segunda del Ejecutivo y nueva número tres de Movimiento Sumar, Yolanda Díaz. La segunda, de la exministra Ione Belarra, secretaria general de Podemos. La tercera, de Pablo Iglesias, exlíder de los morados. Las tres ilustran las posiciones que, al menos por ahora, mantienen los dos polos del espacio a la izquierda del PSOE. La formación de la titular de Trabajo, que este domingo culminó su segunda asamblea estatal, apela a la unidad, como ocurrió en las generales de 2023, pero Podemos no atiende el llamamiento, se define como «la izquierda valiente«, «orgullosa de sí misma», que «tenga autonomía para tomar decisiones propias al margen de la socialdemocracia».

Lo que demuestran estas pocas frases, toda de las últimas horas, del domingo y del lunes, es que la convergencia electoral de Sumar y Podemos suena hoy a imposible. Pero ambas formaciones, igual que el PSOE, son plenamente conscientes de que si concurren en unas nuevas generales en tres listas será matemáticamente casi imposible reeditar el Gobierno de coalición progresista. Los socialistas necesitan la unidad del espacio a su izquierda, la reclaman, sin querer interferir en las dinámicas internas de los partidos que lo integran, pero también saben que la confluencia queda muy lejos. Demasiado. Y creen, como manifiestan relevantes cargos de la dirección federal y del Gobierno, que quien más rehúye esa unidad es Podemos. «Quiere ir en solitario» a las urnas, concluye un importante dirigente del PSOE que tiene interlocución con todos los sectores e hilo directo con la Moncloa.

Ya en las generales de 2023 Podemos aceptó ir de la mano de Sumar a regañadientes. Al cabo de cuatro meses, abandonó el grupo y marchó al Mixto para, entre otras cosas, preparar las europeas

La abrupta convocatoria de las generales del 23 de julio de 2023 espoleó la mistura —una de las palabras más empleadas por Díaz— de distintas formaciones progresistas en una alianza en la que se cobijó Podemos. A regañadientes, porque tuvo que sacrificar a su principal referente, la entonces ministra de Igualdad, Irene Montero, vetada por la vicepresidenta segunda. Pero aquella candidatura saltó por los aires al cabo de escasos cuatro meses. Los morados quedaron fuera del Gobierno —el ala socialista no se opuso a su permanencia, pero quien lideraba el espacio era Díaz— y al cabo de unos días abandonaron el grupo parlamentario y marcharon al Mixto. Entre otras cosas, para preparar las europeas, con Montero como cabeza de cartel. La exministra logró un 3,3% de los votos, dos escaños, solo uno por debajo de Sumar (4,67%).

La guerra no ha conocido tregua en lo que va de legislatura. Al contrario. Se ha recrudecido. El hundimiento del artefacto político que montó Díaz, que ya ha renunciado a ser el paraguas común del resto de formaciones aliadas, que se estrelló elección tras elección —gallegas, vascas, europeas—, que quedó más herido aún con el escándalo que rodeó a Íñigo Errejón por denuncias de agresión sexual, ha ayudado a Podemos a rearmarse.

Los socialistas han venido llamando a las dos formaciones a que superen sus «cuitas internas» y remen juntos, y mientras intentan dar oxígeno a la formación de la vicepresidenta segunda

Desde hace meses, la dirección de Pedro Sánchez lleva llamando públicamente tanto a Sumar como a Podemos a la unidad. A que sean responsables y superen sus «cuitas internas». Porque de ellos depende que el Ejecutivo de coalición tenga una tercera vida. Pero tanto en el partido como en el Gobierno intentan ser cuidadosos con sus declaraciones ante las cámaras. En privado, reconocen que la durísima pugna entre Díaz y los morados es un obstáculo más de la legislatura. Porque Podemos se ha escorado más y tira de Sumar, le obliga a desmarcarse más de los socialistas. La Moncloa intenta dar a la vicepresidenta segunda, en la medida de lo posible, un preciado oxígeno. Aunque a veces las tensiones internas han ido más allá de lo sostenible, como se ha visto durante mes y medio a cuenta de la tributación del salario mínimo, la crisis más grave de la coalición en esta legislatura hasta el momento.

Una convivencia más cómoda que en la legislatura pasada

Pese a las fricciones, en la Moncloa reconocen que la coalición de gobierno «no ha estado más cómoda desde 2020 que ahora«. Es decir, que la convivencia con Sumar está siendo mucho más sencilla y llevadera que con Podemos en el pasado mandato. Porque Díaz ha defendido que el ruido interno no ha de llevarse extramuros del Ejecutivo, por el castigo de la base electoral. Los morados entendían, sin embargo, que airear las discrepancias era la única estrategia viable para sobrevivir y para azuzar a los socialistas.

Sumar renuncia a la idea de ser el paraguas de las formaciones aliadas y se muestra favorable a los pactos electorales con Podemos, sin condiciones previas y con la opción de primarias

La asamblea estatal de Sumar se celebró este fin de semana y eligió dos nuevos dirigentes como coordinadores generales, Lara Hernández y Carlos Martín. Cerrada la cita, la pregunta vuelve. ¿Qué pasará en las siguientes generales? El partido fundado por la vicepresidenta segunda lanzó constantes llamamientos a la unidad durante su congreso. La necesidad de reeditar la coalición electoral del 23-J estuvo presente en los discursos y en las resoluciones y documentos aprobados durante el cónclave. Movimiento Sumar aparca ya la idea de ser el paraguas del resto de formaciones aliadas —con muchas de ellas comparte grupo en el Congreso (IU, Más Madrid, comunes, Compromís o Chunta)— para convertirse en uno más. En un partido más en pie de igualdad con sus socios, con el objetivo de tender pactos electorales con ellos, sin condiciones previas y con la posibilidad de primarias —las que no hubo, por la premura de la convocatoria electoral, en 2023—. La pista estaría asfaltada para la convergencia con Podemos.

IU saludó de inmediato la decisión de Sumar, celebró que esté «en su línea» y que abogue por el entendimiento entre distintos partidos progresistas. «Desde el principio hemos mantenido una posición muy clara: todos dentro y sin vetos«, subrayó este lunes la responsable de Organización, Eva García Sempere. Por esa unidad lleva meses empujando el coordinador federal de IU, el andaluz Antonio Maíllo.

Pero los morados rechazan ese escenario. Iglesias, en Las mañanas de Josep Cuní, en Radio Nacional de España (RNE), programa en el que colabora como tertuliano, declaró Sumar como proyecto «políticamente muerto«. Ya no es un «paraguas para absolutamente nada», por lo que mal haría Podemos, dijo, en hacer caso de sus «cantos de sirena» para retornar a esa unidad.

Para Iglesias, con un Sumar en parte integrado en el PSOE, Podemos «asumirá el liderazgo que le toque asumir». Y señala que cuando lleguen las elecciones, cada actor dirá, pero a su formación le va bien «sola»

«Sumar son muchos partidos con intereses electorales diferentes. Creo que lo que terminará ocurriendo es que efectivamente una parte se integrará en el PSOE, con el que no tiene tantas diferencias ideológicas», aseguró el exvicepresidente segundo, todavía una voz decisiva en el partido que él fundó en 2014. Su tesis es, por tanto, que «parte de Sumar» —se entiende que empezando por Díaz— acabará siendo absorbida por el PSOE, y sus restos podrán acabar en Podemos, que «asumirá el liderazgo que le toque asumir«. Iglesias cree que puede haber adelanto electoral, porque de lo contrario, dijo, no entiende la insistencia de la formación de Díaz en la confluencia, cuando en teoría quedarían más de dos años para las urnas. Y cuando llegue esa nueva convocatoria, cada actor político tomará sus decisiones, pero hasta ahora a Podemos «le va muy bien caminando solo«.

Una izquierda «valiente» y «autónoma»

Horas más tarde, Ione Belarra presentó su lista para seguir liderando su partido con un proyecto «autónomo», de «izquierda valiente«, con implícitas críticas a la formación de la vicepresidenta segunda. Un planteamiento que compartió su número dos, la exministra Montero. Ella abogó por una izquierda «de poder y de gobierno capaz de seguir cambiándolo todo» y de conquistar los avances «que el PSOE no quiere«. «Este no es un momento para pensar que la política es un paseo, para pensar que la política es un parque de atracciones, para pensar que la política institucional es un conjunto de fiestas y eventos a los que asistes por la noche después de estar unas horas trabajando. Este es un momento para creer que la política institucional es la tarea de las convicciones profundas«, aseveró. De nuevo, otra salva de reproches para la titular de Trabajo.

La unidad a nuestra izquierda es difícil pero muy necesaria. Aquí todos han tenido su parte de responsabilidad, obviamente. ¡Pero el capo [Iglesias] es el capo! Es Rasputín. Un ego insaciable… y cruel. Morirá matando», dice un cargo de Ferraz

Las palabras y los hechos son tan elocuentes que los socialistas sienten que no cabe llamarse a engaño. «Estuvo bien la asamblea de Sumar, pero de momento Podemos está distante«, manifiesta un importante cargo del partido, muy conectado con la Moncloa. Este responsable estima que es «pronto» para plantearse cuáles pueden ser las condiciones para esa hipotética confluencia, como una retirada de Díaz. «Podemos quiere ir en solitario», añade.

«Ojalá haya alguien al otro lado. La unidad a nuestra izquierda es difícil pero muy necesaria. Aquí todos han tenido su parte de responsabilidad, obviamente. ¡Pero el capo [Iglesias] es el capo! Es Rasputín. Un ego insaciable… y cruel. Morirá matando. Que se arreglen es muy difícil, pero nada es imposible», advierte una integrante de la cúpula federal, que señala uno de los incentivos evidentes que tiene la izquierda del PSOE para reunirse en torno a una sola marca: el fortalecimiento de la ultraderecha en todo el mundo por la pujanza del trumpismo. «Yo no veo nada de solidez en los llamamientos a la convergencia. No veo claro nada —tercia un ministro—. Y otra cosa no, pero a Pablo cuando se le mete algo en la cabeza…».

Otro integrante de la cúpula federal de Sánchez cree que puede haber convergencia entre los dos partidos, pero ‘in extremis’: «Los acuerdos difíciles siempre se producen al borde del abismo»

Otro relevante miembro de la cúpula prefiere mostrarse un punto más optimista. Este cargo es también de los que responsabiliza a Podemos, pero cree que al final pesará la fuerza de la necesidad. El apremio de sus bases a unirse como única vía para impedir la llegada de la derecha y la ultraderecha al poder. «Convergerán de algún modo. Los acuerdos difíciles siempre se producen al borde del abismo«, reflexiona. Eso ocurrió en las elecciones andaluzas de 2022 —en las que Podemos se quedó formalmente fuera de la coalición por llegar tarde al registro— y en las generales de 2023.

La importancia del contexto internacional

En aquellos últimos comicios la unidad se firmó deprisa y corriendo. Pero funcionó. La coalición Sumar, que incluyó a Podemos (sí a Belarra, no a Montero), obtuvo 31 escaños, por los 121 del PSOE. De cara a las próximas generales, en la Moncloa descartan dan por fuera de combate a Díaz, pese a su evidente erosión, pintan dos posibles escenarios. Uno, que se repita la alianza de Sumar y Podemos. La hipótesis óptima para los socialistas. Dos, que concurran por separado. En ese caso, en el equipo del presidente Sánchez lucharán por absorber todo el voto útil posible. «Recibiremos voto a punta pala, aunque obviamente no todo», porque una parte de las bases progresistas jamás acabarán apostando por el PSOE. «Nos favorece el contexto internacional», la ola de la ultraderecha calentada por el presidente de EEUU, Donald Trump. Pero admiten en el círculo del líder socialista que, en este segundo escenario, el PSOE puede crecer bastante, que llegue, por ejemplo, más allá de los 130 escaños, pero que sea incapaz de reeditar el Ejecutivo por el desplome de su izquierda. Sánchez logró en 2023 el 31,68% de los votos, pero a día de hoy llegar al umbral del 35%, que le proporcionaría muchos más escaños, parece un reto más que complicado.

En la Moncloa, dibujan dos escenarios: uno, con alianza de Sumar y Podemos. Otro, el de tres listas, en el que intentarán absorber voto útil «a punta pala»

De ahí que el mensaje oficial de Ferraz es uno. Este: «Nosotros seguimos pensando que la unidad a nuestra izquierda es absolutamente necesaria si no queremos tener a Santiago Abascal como vicepresidente. Y a partir de ahí, cada cual tiene que ver qué decisiones toma».

En Sumar cunde cierto pesimismo, pero también creen que anticipar escenarios de aquí a dos años es muy prematuro. Sobre todo porque la calle, las bases progresistas, empujarán a favor de la unidad y «la bola de nieve se hará más y más grande«. «Y si Podemos sigue diciendo que no, tendrá que despedirse de los votos. El que no resuelva a favor de la unidad se quedará solo, se llame Pablo Iglesias, Ione Belarra, Irene Montero o los tres juntos», alerta. En el partido tienen muy claro que, si hay tres listas, «es seguro que se acabará el Gobierno y, con él, la esperanza de la gente«.

De las cenizas no resurge nunca nada. Ni siquiera IU, que fue cuando tuvo que crearse Podemos», avisa un veterano dirigente de la izquierda del PSOE. «A Pablo le puede el odio», sentencian en el círculo de Díaz

Un veterano cuadro, con una larguísima trayectoria política y con un profundo conocimiento de las organizaciones de izquierda, avisa a los morados de que no pueden aspirar a recoger los frutos hundido el Ejecutivo: «De las cenizas no resurge nunca nada. Ni siquiera IU, que fue cuando tuvo que crearse Podemos».

«A Pablo le puede el odio —diagnostican en el círculo más íntimo de la vicepresidenta segunda—. Y en Podemos ya han decidido. Esté Yolanda o no esté».



Fuente