MQ-25: Dron de reabastecimiento que alivia a los Super Hornet

El MQ-25 extiende el alcance de los portaaviones al reabastecer en vuelo a cazas embarcados, reduciendo la carga operativa de los Super Hornet.

El MQ-25 reemplaza el rol de reabastecimiento aéreo de los cazas F/A-18

El Boeing MQ-25 Stingray es un dron de reabastecimiento aéreo desarrollado para la Marina de los Estados Unidos, cuyo objetivo principal es extender el alcance y la autonomía operativa de los grupos aéreos embarcados. Esta aeronave no tripulada representa un paso significativo hacia la integración de sistemas autónomos en portaaviones, liberando a los cazas F/A-18E/F Super Hornet de su rol secundario como tanqueros y permitiéndoles centrarse en misiones de combate.

El MQ-25 surgió del programa Carrier-Based Aerial-Refueling System (CBARS), una evolución del cancelado UCLASS, que inicialmente buscaba crear una plataforma sigilosa con capacidades de ataque e inteligencia. En 2016, la Marina reorientó el programa hacia el reabastecimiento en vuelo, priorizando la necesidad de optimizar la eficiencia del Carrier Air Wing ante las demandas estratégicas contemporáneas.

Esta decisión respondió a una limitación operacional: los Super Hornet asumían tareas de reabastecimiento como “buddy tankers”, restándoles disponibilidad para misiones ofensivas. El MQ-25 está diseñado para eliminar esa dependencia, mejorando el equilibrio entre capacidad de combate y sostenimiento logístico en las operaciones aéreas embarcadas.

Con este cambio de paradigma, el MQ-25 se convierte en una plataforma clave para aumentar la letalidad y operatividad de los grupos aeronavales en escenarios como el Indo-Pacífico, donde las distancias operativas representan un desafío estratégico.

MQ-25
El avión de prueba MQ-25 T1 en vuelo con la manguera de reabastecimiento desplegada. (Crédito de la imagen: Boeing)

Características y cifras técnicas del Boeing MQ-25 Stingray

  • Tipo: Vehículo aéreo no tripulado (UAV) de reabastecimiento aéreo
  • Envergadura: 75 pies (22,86 m) — 92 pies en variante terrestre
  • Carga de combustible: hasta 15.000 libras (6.803 kg)
  • Radio de acción: 500 millas náuticas (926 km) desde el portaaviones
  • Propulsión: turbina convencional
  • Sistema de aterrizaje: Joint Precision Approach Landing System (JPALS)
  • Capacidad operativa inicial (IOC): proyectada para la segunda mitad de 2026
  • Unidades previstas: 76, de las cuales al menos 67 serán operativas

Las pruebas demostraron su integración con cazas y aviones de alerta

El primer vuelo del MQ-25 tuvo lugar el 19 de septiembre de 2019, y desde entonces ha completado ensayos operativos clave, como el reabastecimiento exitoso en vuelo de un F/A-18 Super Hornet en junio de 2021. Más adelante, repitió la operación con un E-2D Advanced Hawkeye, demostrando su capacidad de apoyar distintos tipos de aeronaves embarcadas.

Estos vuelos de prueba se realizaron con el prototipo T1, fabricado por Boeing, que sirvió para validar la integración del sistema en operaciones reales. Las capacidades demostradas consolidaron al MQ-25 como una plataforma viable para misiones de reabastecimiento autónomas desde portaaviones.

Durante estas pruebas, el dron mostró su capacidad de operar de forma autónoma desde el despegue hasta el aterrizaje, incluyendo el proceso de acoplamiento con aviones receptores. Estas funciones están gestionadas por software avanzado que planifica y ejecuta misiones sin intervención humana directa.

Este nivel de autonomía representa un salto cualitativo respecto a UAV tradicionales, permitiendo al MQ-25 adaptarse a condiciones cambiantes en entornos navales complejos sin depender de comunicación constante con operadores remotos.

Otra imagen del reabastecimiento aéreo entre un F/A-18E y los F-35B italianos (foto oficial de la Marina de Estados Unidos)

La producción se consolida pese a desafíos financieros en Boeing

La producción del MQ-25 se desarrolla en la planta de Boeing en St. Louis, Missouri, que también alberga líneas de fabricación de modelos destinados a pruebas estructurales. En febrero de 2024, se entregó el primer ejemplar de prueba estática a la Marina para someterlo a ensayos de resistencia y fatiga.

Además, Boeing avanza en la construcción de una nueva planta dedicada al MQ-25 en Mascoutah, Illinois, lo que evidencia el compromiso de la empresa con el programa. A pesar de los sobrecostos y retrasos enfrentados en otros proyectos, la compañía continúa invirtiendo en el desarrollo y despliegue del Stingray.

La Marina tiene previsto alcanzar la capacidad operativa inicial (IOC) con 13 unidades entregadas en 2026, como parte de un plan general que contempla la adquisición de 76 ejemplares. El ritmo de producción se ajusta a ese objetivo, con entregas planificadas para sostener pruebas a bordo y entrenamiento.

Durante la conferencia WEST 2025, el vicealmirante Daniel Cheever confirmó que la primera versión de producción limitada será sometida a pruebas en portaaviones durante 2026, lo que marcará el inicio de su integración en operaciones navales rutinarias.

El diseño permite futuras expansiones más allá del reabastecimiento

MQ-25

Aunque su función principal es el reabastecimiento en vuelo, el diseño del MQ-25 conserva el potencial para misiones adicionales. Durante la conferencia Sea Air Space 2024, Boeing presentó un modelo armado equipado con misiles antibuque LRASM de Lockheed Martin, insinuando aplicaciones futuras en ataques o vigilancia.

El Stingray puede ser adaptado para portar sensores ISR o cargas electrónicas, gracias a su herencia del programa UCLASS. Además, Boeing desarrolla un sistema que permitirá a pilotos de F/A-18 Super Hornet o E-2D Hawkeye controlar remotamente al MQ-25, ampliando las opciones tácticas durante las misiones.

En cuanto a autonomía, el uso del Joint Precision Approach Landing System (JPALS) le permite aterrizar en portaaviones con alta precisión incluso en condiciones adversas. La operación es supervisada por “Air Vehicle Pilots” desde estaciones de control como la MD-5E, instalada a bordo del USS George H.W. Bush desde agosto de 2024.

Estas capacidades, junto con la posible variante terrestre (LBV) para la Fuerza Aérea, consolidan al MQ-25 como una plataforma versátil, capaz de responder a múltiples necesidades en distintos entornos operativos.

El MQ-25 redefine la estrategia de proyección de poder naval

Boeing demuestra la utilidad del MQ-25 como dron de vigilancia
El activo de prueba no tripulado MQ-25 Stingray realiza su primer vuelo de reabastecimiento aéreo con un E-2D el 18 de agosto en el Aeropuerto MidAmerica en Illinois. (Foto Boeing)

Al asumir el papel de tanquero aéreo, el MQ-25 permitirá a la Marina maximizar el número de cazas disponibles para misiones ofensivas, lo que se traduce en mayor potencia de combate desde los portaaviones. Este cambio es clave en un contexto donde los adversarios desarrollan estrategias antiacceso y misiles de largo alcance.

La posibilidad de operar a mayores distancias desde el portaaviones aumenta la supervivencia de las aeronaves embarcadas y del propio grupo de combate. En escenarios como el mar de la China Meridional, esto representa una ventaja estratégica decisiva frente a amenazas emergentes.

La incorporación de sistemas autónomos como el MQ-25 es parte de una tendencia creciente en la Marina estadounidense hacia una aviación embarcada más distribuida, flexible y resiliente. El Stingray se posiciona como la primera pieza de un ecosistema futuro donde drones y aeronaves tripuladas operan de manera coordinada.

Aunque aún enfrenta desafíos tecnológicos y presupuestarios, el MQ-25 Stingray representa una transformación profunda en el modo en que los portaaviones proyectan poder aéreo, consolidando un nuevo estándar para la aviación naval del siglo XXI.

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