La investigación de la explosión de grisú de este lunes en la mina asturiana de Degaña, que causó cinco fallecidos y cuatro heridos, «llevará tiempo», como recalcó este martes el presidente del Principado, Adrián Barbón, pero poco a poco van saliendo nuevos datos a la luz. Por ejemplo, que la explotación del suroccidente asturiano pasó una inspección rutinaria el 23 de septiembre, en la que se comprobó que «todo estaba en orden», como aseguraron en la capilla ardiente de Villablino la delegada del Gobierno en Asturias, Adriana Lastra, y la consejera de Transición Ecológica, Belarmina Díaz.
Otra dato importante es que un equipo especializado en explosivos de la Policía Judicial de A Coruña viajará esta misma semana a Degaña para participar en la investigación. «La hipótesis con la que trabajamos es la de una explosión de grisú, pero tenemos que saber por qué», señaló este martes Adriana Lastra. La empresa que trabajaba en la mina y a la que pertenecen los fallecidos y heridos, la asturiana Blue Solving, tenía diferentes permisos, todos ellos relacionados con labores de investigación para una futura explotación de grafito de alta calidad y en ningún caso, remarcó la delegada del Gobierno, para la extracción de carbón.
En concreto, en la planta tercera de la mina, donde tuvo lugar el trágico accidente, la compañía tenía permiso para «retirar material, chatarra, vías y cuadros metálicos si las condiciones de seguridad de la mina lo permitían», detalló Belarmina Díaz. Esos permisos vencían este mismo mes, el día 11 de abril.
Según afirmó la delegada del Gobierno, la explotación de Cerredo «está clausurada desde ayer». Y no solo el piso tercero, «sino toda la mina, en tanto en cuanto se clarifique las circunstancias de la explosión y se depuren las posibles responsabilidades». Tanto Lastra como Belarmina Díaz desvelaron que la empresa fue inspeccionada el pasado 23 de septiembre. Fue una inspección «rutinaria y no se detectó nada; estaba todo en regla».
Aunque advirtió que la investigación será larga, el presidente Adrián Barbón garantizó a los familiares de las víctimas que desde el Principado se exigirá «rigor máximo en todo el análisis para saber la verdad». «La empresa (Blue Solving) va a ser chequeada de arriba a abajo. Porque el trabajo no puede costar la vida«, declaró.
Un suceso «muy raro», según los expertos
«Lo ocurrido en la mina de Cerredo es un acontecimiento muy raro, las explosiones de grisú son algo que sucede muy pocas veces«. Son palabras del geólogo José Antonio Sáenz de Santamaría y Benedet, profesor jubilado de la Universidad de Oviedo y experto en minería que participó en la investigación de la última explosión de grisú en una explotación del Principado, la del pozo Nicolasa en agosto de 1995 con el resultado de 14 mineros fallecidos.
Sáenz de Santamaría, que fue responsable de geología de Hunosa durante más de 20 años, explicó que el grisú es sin duda el «mayor problema de las minas de carbón» y si bien es cierto que explosiones como la sucedida este lunes eran más frecuente a principios del siglo XX cuando había una minería «muy primitiva», son muy infrecuentes «hoy en día con una minería absolutamente moderna».
Según el geólogo, la mina de Cerredo es una instalación moderna con «un plano inclinado de tres kilómetros en el que entran los camiones hasta abajo». A día de hoy lo que pretendían desde la actual empresa propietaria es ver la posibilidad de extraer grafito que, por las circunstancias geológicas de la zona de Degaña y de Cangas de Narcea, «es posible que en las capas de carbón se hubiera formado». A juicio de este experto, a esa investigación puede responder que los trabajadores fallecidos y heridos se encontrasen en esa zona de la mina.
Respecto a lo que pudo provocar la explosión, el geólogo asegura que han tenido que darse tres factores: por una parte que, «por la razón que sea, que se desconoce, bien porque una ventilación hubiera estado parada, bien porque aunque hubiera ventilación, pues hay una campana y ahí se llenó del grisú que es un 98% metano, por lo que sea había una bolsa de grisú, es decir una acumulación de grisú».
Por otra parte, que esa concentración de grisú en el aire estuviese entre el 4 y el 14%, porque según explica Sáenz de Santamaría, si el grisú en el aire es de menos del 4% o de más del 14% no explota. En tercer lugar, la reacción no se produce si no hay una energía de activación y en el caso de la mina, esta debe ser una chispa «provocada por una máquina o por cualquier orto factor como si un hierro cae y pega con otro y salta esa chispa o una parte de una turbina se rompió, salió volando, le pegó un cuadro y saltó una chispa, eso es lo que se va a investigar».