Creer o no creer


Cuando la pasada semana llegaba la noticia de la estimación del recurso de la defensa contra la sentencia de Dani Alves, me sentí impactada. Como todo el mundo, creo. Porque todo lo que habíamos hablado, todo lo que habíamos comentado, todo lo que habíamos dicho, se fue al garete. De un plumazo o, mejor dicho, de muchos tecleos de ordenador. Confieso que en un primer momento me resistía a leer la sentencia. pero al final la cabra siempre tira al monte y he acabado leyéndola. Era inevitable. Y, tras hacerlo, quería invitar a una reflexión pausada más allá del simplismo de afirmar que no se ha creído a la víctima o que la justicia patriarcal ha vuelto por sus fueros. Haciendo, además, especial hincapié en que el hecho de que haya varias magistradas entre las firmantes no aporta nada especialmente relevante. El hecho de ser mujer no te convierte en feminista, como el hecho de ser feminista no puede impedir que se dicte una resolución en conciencia y conforme a Derecho. Se comparta o no. Lo primero que hay que aclarar es que nos encontramos ante un supuesto de valoración de la prueba. No se trata de si han creído a la víctima, sino de si se considera que su testimonio es por sí mismo suficiente para desvirtuar la presunción de inocencia, principal principio de nuestro Estado de Derecho. Y hay que aclarar que en muchos otros casos sí se ha considerado que ese testimonio era suficiente para fundamentar una condena. De hecho, la jurisprudencia ha sentado dese hace mucho tiempo una serie de requisitos que debe reunir tal testimonio para que tenga esa fuerza bastante que pueda motivar una condena. Y son, precisamente, esos requisitos los que considera esta sentencia que no concurren, aunque sí consideraba que concurrían la primera sentencia. Podemos no compartirlo, pero que nadie se lleve las manos a la cabeza por esta disparidad de criterios. Es el pan nuestro de cada día en nuestros tribunales. Y para eso existe, precisamente, el régimen de recursos. Así que ni siquiera la cosa ha terminado aquí, porque ya las partes han anunciado su intención de recurrir. La cuestión en casos como este es que todo el mundo opina, pero, siendo un caso de valoración de la prueba, únicamente están en condiciones de hacerlo quienes han presenciado la práctica de esta prueba en las condiciones legales, esto es, el tribunal. El primero y el segundo. Y son quienes conocen los criterios a aplicar a la hora de valorarla. Criterios entre los que debe encontrarse siempre, por disposición de la ley, la perspectiva de género, aunque ni una ni otra sentencia la citen expresamente. Por todo esto, aunque el impacto haya sido mucho, no podemos llegar a conclusiones tan simples como la de que no se ha creído a la mujer ni, mucho menos, que no vale la pena denunciar. Porque hay que recordar que, pase lo que pase, el silencio es el mejor cómplice del machismo. Y eso no…

Fuente