La Confederación Venezolana de Industriales (Conindustria) informó que la producción del sector creció un 16,8% en 2024. El entusiasmo por los números del pasado reciente no parece ser acompañado por las nuevas realidades. Estados Unidos notificó a los socios de PDVSA que los contratos con la petrolera estatal venezolana han sido cancelados. La medida, que en principio apuntaba a Chevron, uno de los motores de la mejora de la economía venezolana, también comprende a otra empresa norteamericana, Global Oil Terminals, así como la española Repsol, la italiana Eni, la francesa Maurel & Prom y la india Reliance Industries. La decisión adoptada por el presidente Donald Trump supone un serio golpe para PDVSA que se acompaña de una sanción complementaria e igualmente dura: la imposición de aranceles del 25% a las exportaciones a Estados Unidos de los países que adquieran en adelante crudo venezolna.
Todas las empresas mencionadas habían recibido permisos para operar con crudo venezolano en sus refinerías de todo el mundo. El beneficio había sido otorgado por la administración del demócrata Joe Biden con el propósito de crear mejores condiciones políticas para las elecciones presidenciales del 28 de julio en Venezuela. Los comicios tuvieron una serie de aspectos controvertidos, entre ellos la reelección de Nicolás Maduro sin presentar las actas que lo validaran.
Antes de concluir su mandato, Biden retomó el camino de la dureza hacia Caracas y reconoció a Edmundo González Urrutia como «presidente electo» en la contienda. Su sucesor profundizó el sendero de la tensión bilatral. Las petroleras extranjeras que operan en territorio venezolano esperaban en los hechos el anuncio de Washington y habían suspendido las importaciones de crudo. Repsol y Reliance, con gran presencia en Estados Unidos, habían solicitado autorización para operar en Venezuela y evitar incurrir en sanciones.
En virtud de los anuncios, las petroleras tienen hasta finales de mayo para liquidar sus operaciones en Venezuela. El Palacio de Miraflores había abrigado la esperanza de mantener con Trump relaciones pragmáticas a partir del acuerdo para la repatriación de migrantes y la crisis del mercado energético global como consecuencia de la invasión rusa a Ucrania, que le asignaba a Venezuela un papel de proveedor circunstancial a países que no simpatizaban con Maduro. El entusiasmo fue efímero. Las previsiones oficiales no se cumplieron y el Gobierno enfrenta un panorama económico sumamente complicado.
«No somos colonia de nadie»
Maduro confió en la situación será «enfrentada, controlada y superada» porque el tiempo de «las órdenes en inglés» se acabó en el país caribeño, el cual, dijo, no es «colonia de nadie». Venezuela, remarcó, «es un país libre» que ha querido «tener relaciones de respeto, de cooperación, de comunicación». Los norteamericanos » decidieron agredir al mundo entero, allá ellos, quienes pierden son ellos, nosotros hemos querido tener relaciones civilizadas de respeto».
A pesar del nuevo y complejo escenario, Venezuela recibió este domingo un nuevo avión con 175 venezolanos que residían en Estados Unidos. El ministro del Interior, Diosdado Cabello, los recibió en el aeropuerto de Maiquetía, en las afueras de Caracas y recordó que los migrantes fueron «sometidos a una persecución y a un maltrato» al ser señalados como presuntos miembros de la banda trasnacional el Tren de Aragua. El Gobierno del magnate republicano ha instalado «una gran mentira» con el fin de «estigmatizar y criminalizar a los venezolanos».