Teresa (nombre ficticio) lleva casi una década trabajando en un centro de investigación puntero de Estados Unidos. Se trasladó allí desde su Perú natal para estudiar el impacto de un virus tropical en la salud pública. Hace unas semanas, sin previo aviso, su beca fue revocada de forma súbita y sin posibilidad de apelación porque, según se argumentaba en una carta remitida por los Institutos Nacionales de Salud (NIH), su investigación «ya no está alineada con las prioridades del Gobierno» de Donald Trump.
«Solo tenemos fondos para investigar unos meses más. Después no sé qué será de mí ni de mi equipo«, explica esta científica en una conversación con EL PERIÓDICO, en la que pide mantener el anonimato por miedo a más represalias. No es la única de los científicos con los que ha hablado este diario que prefieren no exponerse por temor a ponerse en el ojo del ‘huracán Trump’. «No solo nos estamos quedando sin financiación, sino que son muchos los científicos que, como yo, cada mañana van al laboratorio con miedo a ser deportados«, añade.
A Teresa le han revocado la beca porque su investigación sobre un virus tropical «ya no está alineada con las prioridades del Gobierno» de Trump
Hace tan solo unos días trascendió la detención de una investigadora rusa afiliada a la Facultad de Medicina de Harvard, en Boston. También se ha divulgado el caso de una científica turca de la Universidad de Tufts, en Massachusetts, que fue detenida por el Departamento de Seguridad Nacional (DHS) cuando se dirigía a su centro de trabajo. Y el de un estudiante de la Universidad de Columbia detenido por una protesta a favor de Palestina.
A principios de este marzo también se conoció el caso de un investigador francés a quien se le negó la entrada en Estados Unidos por haber expresado en sus mensajes personales una opinión negativa sobre la política de Donald Trump en el terreno científico. Según explicó el Gobierno francés, el susodicho había sido acusado de «mostrar odio hacia Trump, lo cual podría calificarse de terrorismo«. «La represión es tan fuerte que ahora mismo nadie se atreve a hablar de estos temas en público porque temen dejar registro y que esto sea utilizado en su contra. Hay demasiadas amenazas latentes», comenta Teresa en relación a estos casos.
«No solo nos estamos quedando sin financiación, sino que son muchos los científicos que, como yo, cada mañana van al laboratorio con miedo a ser deportados»
Líneas de investigación desmanteladas
Son muchos los científicos que afirman que ahora mismo en los centros de investigación de Estados Unidos se respira miedo, incertidumbre y, en general, un aire de tensión. Especialmente entre investigadores de origen migrante, que suponen un 20% de los investigadores contratados y hasta un 43% del cuerpo estudiantil, o pertenecientes a alguna minoría. En Reddit, una red social donde los usuarios pueden dejar comentarios de forma anónima, son decenas los «hilos» en los que se relata esta situación. Hay quien habla de becas revocadas de un día para otro, fondos congelados y procesos de selección que han quedado totalmente paralizados sin ninguna explicación.
«La represión es tan fuerte que ahora mismo nadie se atreve a hablar de estos temas en público porque temen dejar registro y que esto sea utilizado en su contra»
También son muchos los que relatan cómo su línea de investigación ha quedado totalmente desmantelada por las políticas de Trump y qué ya no saben cómo redirigir sus esfuerzos. Es el caso, por ejemplo, de científicos especializados en cambio climático, perspectiva de género o derechos LGBT. En las universidades se reporta el cierre absoluto de todos los programas de inclusión, ya sea para mujeres y para minorías, así como cualquier mención a la causa. Es en aplicación de la directiva que lleva por título ‘Ending Ilegal Discrimination and Restoring Merit-Based Opportunity’, una ley federal del Gobierno de Donald Trump que exige que ninguno de los fondos que han concedido se utilice para iniciativas o programas que promuevan la Diversidad, la Equidad y la Inclusión (DEI).
«Está siendo una pesadilla y, lo peor, no sé cómo saldremos de esta«, afirma un usuario mientras relata, afligido, todas las trabas a las que se ha tenido que enfrentar en los últimos tres meses para intentar alargar su contrato de investigación.
«Todas mis líneas de trabajo están en la lista roja de conceptos vetados por Trump. Ya no se puede investigar sobre nada relacionado con mujeres o minorías»
Hillary (nombre ficticio) ha nacido y desarrollado toda su carrera en Estados Unidos pero ahora, tras la llegada de Trump al poder, afirma que no tiene claro si podrá quedarse en su país natal. Su especialidad son los estudios históricos con perspectiva de género. Concretamente, ha desarrollado varios trabajos sobre el impacto de enfermedades de transmisión sexual en mujeres de bajos recursos en una región de Estados Unidos.
«Todas mis líneas de trabajo están en la lista roja de conceptos vetados por Trump. Ya no se puede investigar sobre nada relacionado con mujeres ni mucho menos de colectivos marginados. Estamos entrando en nueva era del oscurantismo«, afirma esta investigadora, quien reconoce que en las últimas semanas se ha pasado horas fotografiando archivos históricos relacionados con su investigación ante el miedo de que próximamente también sean cerrados. «Se están creando redes clandestinas para intercambiar este tipo de datos sujetos a censura. Es muy triste tener que recurrir a esto pero es la única opción que nos queda», comenta esta socióloga.
«Se están creando redes clandestinas para intercambiar datos sujetos a censura. Es muy triste tener que recurrir a esto pero es la única opción que nos queda»
Mónica (nombre ficticio) es una viróloga de origen español pero, según explica ella misma, lleva «toda la vida» investigando en Estados Unidos. Las políticas de Trump no han afectado de forma directa su trabajo pero sí a muchos de los proyectos paralelos de los que se nutría. Hace unas semanas recibió una llamada de un centro de investigación español para ofrecerle trabajo en España. Eso sí, solo para ella, a nivel individual, y no para el resto de su equipo o, en general, para todo el proyecto de investigación en el que lleva años trabajando. «Entiendo que desde Europa hay quien vea esto como una oportunidad para captar a científicos pioneros, ¿pero qué pasa con todos los demás? ¿Qué pasa con los investigadores que están empezando su carrera o con aquellos que tienen un buen currículum pero que no llegan al umbral de la excelencia? Migrar podría ser el salvavidas de algunos, pero no resuelve ni de lejos el problema», reflexiona esta científica.
Cuestionario a científicos europeos
Mientras, en Europa, el ‘huracán Trump’ también se hace sentir en los centros de investigación. Según ha podido saber EL PERIÓDICO, varios investigadores españoles que colaboran con instituciones de Estados Unidos han recibido en las últimas semanas un cuestionario en el que deben declarar, por ejemplo, si su trabajo está sujeto a «ideología de género», «estudio del cambio climático» o si de alguna forma está vinculado con China, Rusia, Cuba o Irán.
El cuestionario, al que ha tenido acceso este diario, consta de cinco folios y 36 preguntas y, según se estipula en un epígrafe, solo tiene carácter informativo. Aunque son muchos los que temen que, de ir en contra de las políticas de Trump, sus trabajos también se podrían ver afectados.
Entre las preguntas, algunas como «¿Puedes confirmar que tu agencia no ha colaborado, no ha tenido ninguna acusación o investigación para trabajar con una entidad de la lista de seguimiento del terrorismo en los últimos diez años?», o «Puedes confirmar que este proyecto no es un proyecto DEI (diversidad, equidad, inclusión) y que no es un proyecto climático o de «justicia ambiental?»; o «¿Este proyecto contribuye directamente a limitar la inmigración ilegal o fortalecer la seguridad fronteriza de EE UU?».