La primera experiencia de minería submarina fue realizada en los años 70 en aguas del Pacífico a modo de ensayo aislado, pero ha servido para comprobar los efectos ecológicos que tiene este tipo de prácticas. Mientras los países tratan de alcanzar un acuerdo para regular este tipo de minería, los expertos alertan de los graves riesgos ambientales que supone esta nueva frontera de la industria.
Los científicos que participaron en esta investigación señalaron que los efectos de ese ensayo de minería submarina permanecen todavía cuarenta años después y afirman que su recuperación total puede ser “imposible”.
La investigación, publicada en la revista Nature, se produce en un momento en que los diferentes países debaten sobre la creación del primer código minero mundial para la extracción de minerales en aguas profundas.
Científicos y activistas llevan insistiendo desde hace mucho tiempo en que una actividad de minería submarina a escala industrial amenazará los ecosistemas marinos.
Esquema de la minería submarina / Ciencia UNAM
Los riesgos van desde la extinción de especies y el daño a la red trófica oceánica, hasta la posibilidad de exacerbar el cambio climático al remover sedimentos que almacenan carbono, que contribuye al calentamiento global. Hay que recordar que los océanos absorben gran parte del CO2 que va a la atmósfera.
En la investigación ahora publicada, científicos británicos evaluaron el impacto de una de las excavaciones mineras más antiguas conocidas y que se realizaron en la Zona Clarion-Clipperton (ZCC), que se extiende entre Hawái y México en aguas internacionales.
A más de 4.000 metros de profundidad, el lecho marino está salpicado de rocas ricas en metales, conocidas como nódulos, y alberga una gran cantidad de animales extraños y raros, casi totalmente desconocidos para la ciencia.
Una prueba realizada en 1979 en la CCZ dejó una amplia franja de lecho marino libre de nódulos y surcada por profundas huellas, creadas por la maquinaria minera empleada bajo el mar.
El impacto permanece, 44 años después
En 2023, exactamente 44 años después, científicos inspeccionaron este sitio y descubrieron que estas excavaciones en el lecho marino seguían siendo claramente visibles.
«El número de muchos animales se redujo dentro de este área, aunque observamos algunos de los primeros signos de recuperación biológica», declaró el autor principal, Daniel Jones, del Centro Nacional de Oceanografía.

Maquinaria para minería submarina / Nautilus minerals
El impacto, en todo caso, es todavía evidente, pese al tiempo transcurrido. Si bien se observaron criaturas de pequeño tamaño dentro del área minera, los animales de mayor entidad que suelen vivir en el lecho marino seguían siendo «muy excepcionales», añadió.
Los autores afirmaron que, si bien se podrían diseñar equipos más modernos para limitar el impacto en la fauna marina, hay que tener en cuenta que la gran escala propia de cualquier operación minera, si se llevara a cabo, implica que «los impactos físicos visibles de la extracción perduren al menos durante muchas décadas».
Añadieron que la recuperación completa de la vida en las regiones afectadas «podría ser imposible» con la extracción de los nódulos, que en sí mismos constituyen un hábitat para la fauna marina.
Un simple ensayo de pequeñas dimensiones
Esta investigación representa «la primera evaluación realizada hasta ahora de los efectos de la minería en aguas profundas», declaró Jones a la prensa.
Jones revisó los archivos para localizar la ubicación de esta prueba de 1979, que en realidad fue realizada como una maniobra encubierta de la CIA para recuperar un submarino nuclear ruso, utilizando la minería en aguas profundas como tapadera. La central de inteligencia alquiló entonces su barco para realizar este ensayo de minería en aguas profundas real, según Jones.

Los nódulos del fondo del mar albergan minerales críticos / Agencias
Añadió que la prueba de 1979, realizada por empresas privadas, tenía como objetivo comprobar si la extracción de los nódulos era técnicamente viable. Además, el alcance de aquella actuación era «mucho más pequeño de lo que es un verdadero proyecto minero».
En los últimos años ha resurgido el interés por explotar estos nódulos del tamaño de una patata, que se cree que se formaron a lo largo de millones de años y contienen metales como el cobalto y el níquel, utilizados en tecnologías como teléfonos inteligentes y baterías recargables. Se estima que hay alrededor de 21.000 millones de toneladas de nódulos en el lecho marino de la ZCC ubicada entre México y Hawai.