Cinco meses después de la dana, el propietario del Ventorro ha tomado medidas para que su local pase a un discreto segundo plano. Tras haberse ganado durante años el renombre como restaurante de referencia en València por su servicio y por intimididad y confidencialidad que ofrecía, este local situado entre las calles Terturlia y Bonaire, en pleno centro, se ha convertido en punto obligado de peregrinaje para miles de personas.
El que fuera icono de la discrección se ha convertido en foto selfi obligatoria para todo aquel que pase por el entorno de la calle de la Paz. Y es que la famosa comida que mantuvo en él Carlos Mazón y la periodista Maribel Vilaplana durante el 29-O ha tenido sus consecuencias y el nombre de El Ventorro ya forma parte de la historia y resulta difícil no encontrar a algún turista buscando la esquina entre Tertulia y Bonaire para hacerse la foto.
Esquina entre las calles Tertulia y Bonaire. / L-EMV
Tanto es así que parece que el restaurante ha decidido tomar medidas para recuperar su histórica intimidad. En las últimas horas, los dos carteles que identificaban el nombre del restaurante han desaparecido tanto de la fachada que da a la calle Terturlia como a Bonaire. Ya no la hace falta publicidad pero quizá desean tranquilidad, tanto para ellos como para sus clientes.