Las Fallas 2025 finalizaron hace una semana, pero todavía no había terminado sus episodios. Sobre todo, porque durante varios días se prolongó merced al último vestigio que quedó de la misma en condiciones de ser disfrutado como tal: el manto de flores realizado a base de miles y miles de ramos en la Ofrenda.
Desde las primeras horas del 19 y hasta el pasado lunes 24, fueron innumerables las personas que se acercaron a la Plaza de la Virgen a disfrutar del trabajo realizado por los Vestidores. Normalmente, ciudadanos anónimos, además de turistas y visitas organizadas de las comisiones de falla, que aprovechan para hacerse una fotografía fin de ejercicio.
En medio de ese hormigueo de gente, la tarde del día 21 apareció un grupo heterogéneo de niñas y jóvenes. Dispuestas, por otra parte, a cumplir una tradición no escrita: una vez descansadas tras unas semanas a un ritmo imposible, acudieron a visitar el «cadafal», ese que las recibió, respectivamente, el 17 y 18 de marzo.
Las falleras, de reencuentro en el cadafal / RLV

En modo selfi / RLV
Reencuentro por casualidad
Eran, lógicamente, Berta Peiró, Lucía García y las cortes de honor. Y que se reunieron casi por casualidad, porque acudir, el mismo día y a la misma hora, fue eso: una casualidad de los grupos de wasap de «infas» y «famas», respectivamente.
Cuando llegaron las infantiles se enteraron de que por allí había alguna mayor y rápidamente se buscaron por teléfono para que la visita, y la morriña, fueran diferentes. Muchas experiencias vividas en poco tiempo como para no disfrutar ese momento. Disfrutar que si se pudo hacer fue, sobre todo, gracias a un policía local a quien se pidió hacerles un hueco en el interior de la valla. Porque aquel que se acercara esos días a la plaza saben que visitar el cadafal era abrirse paso entre una multitud.
Ni que decir tiene que los objetivos de las cámaras del resto de la gente fueron pasando de un lado a otro: tanto a la imagen como a las propias protagonistas de la fiesta. Después ya hubo lo típico en esa jornada de resaca y morriña, del «reinado invisible»: quedada para merendar y alguna infantil que acabó durmiendo en casa de otra.
Cerrar y abrir periodo
Era una forma de cerrar un ciclo y empezar otro, puesto que inmediatamente después, tanto unas como otras volvieron a la actividad con las visitas a la Magdalena de Castelló.
Esta visita se produce cada año en función a las circunstancias. Normalmente se hace así, de forma particular, el 20 o 21 de marzo. En otras épocas se acudía directamente después de la «cremà» y ha habido casos curiosos, como el de 2022, cuando Carmen Martín y la corte mayor acudieron el 20 de marzo, al acabar la «mascletà» que, ese día y siendo sábado, se disparó por quedar pendiente por la lluvia. A las tres de la tarde, el público se quedó sorprendido por la presencia de las trece falleras y su fugaz aparición fue todo un acontecimiento.
Una tradición que continúa en el tiempo
Que estas visitas se convierten en una referencia personal para todas ellas lo demuestra que las hay que repiten año tras año. Como demostraron Marina Civera y varias componentes de su corte, que se reunieron en el mismo sitio seis años después.

Marina Civera y la corte de 2019, de visita al «cadafal» de este año. / MC