Tras el juramento no había vuelta atrás

El día que Hana se convirtió en una virgen jurada su vida cambió para siempre. Dejó la universidad y puso rumbo al norte de Albania. Su tío Gjergj acababa de morir y, dado que él se encargó de ella tras la muerte de sus padres, se sentía en deuda. En aquellas montañas lejanas, apartada del mundo, sola, aprendió a manejar rifles y fumar tabaco. Bebía alcohol a diario. Quizá, para olvidar que la persona que fue también se había esfumado. En los 80, en este punto de los Balcanes ser mujer era casi un pecado. De hecho, no podían trabajar ni desplazarse. Dependían de un varón para todo. De ahí que muchas concertaran matrimonios de conveniencia. Hana se negó en rotundo y, por tanto, según la tradición, podría perder la herencia familiar. Sólo había una solución: convertirse en hombre. Elvira Dones (Durrës, 1960) ha recogido el periplo de las burrneshas en Virgen jurada, un libro de 2007 que acaba de llegar en español a las librerías.

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