Las victorias deseadas -e inesperadas, por cómo se producen- como la que el Real Madrid logró sobre el Barcelona en Liga F, pueden ser contraproducentes. Es importante gestionar la energía y el mundo que se construye después de romper un 18-0. El Real Madrid femenino consiguió romper una barrera psicológica en la competición nacional, pero el Arsenal le recordó que, para competir en la Champions, hay que romper el techo de cristal que sigue existiendo para una sección que sigue sin despegar en las grandes citas. El Arsenal liquidó al equipo de Toril con un 3-0 que pudo ser mucho mayor. Solo duró una parte el 2-0 de la ida en la batalla del Di Stéfano.
Si Arteta quiere ponerle un ejemplo a sus hombres sobre cómo batir a los de Ancelotti, el partido del Emirates es un ejemplo perfecto. Un duelo de espera y defunción visitante en un acto segundo arrollador, donde el Real Madrid solo persiguió fantasmas. De nada valió un ejercició de resistencia en la ida en Valdebebas en medio del barrio. En un lustroso Emirates, el Arsenal, con el apoyo de su afición, se impuso con firmeza a un aspirante que, por ahora, no dejará de serlo. El título que Florentino Pérez les pide a sus jugadoras para tener un partido en el Bernabéu tendrá que seguir esperando. Ni un córner ni un disparo a puerta en 45 minutos dejaron al Real Madrid sin respuesta.
La primera parte fue un espejismo para Toril. Un lugar inocuo en el que las fuerzas todavía estaban igualadas y los dos goles de ventaja valían más que nada. Hasta que la reanudación trajo un centro al área rematado por Alessia Russo que descubrió las carencias del Real Madrid femenino. Un equipo aguerrido, trabajador, pero que se diluyó en el tramo decisivo de la eliminatoria. Justo lo que no le ocurre a la sección masculina, que, pese a hacer un mal partido, casi siempre acaba resolviendo sus deberes. Toril fracasó, una vez más, moviendo tarde el banquillo y dejando a sus jugadoras a expensas de un cuadro que creyó mucho más que su rival.
Misa recogió el balón de su red poco después del primer gol. Lo hizo después de que una cara conocida reivindicase su protragonismo. Mariona Caldentey, con un potente cabezazo desde dentro del área, sacó las debilidades de Misa, que en el primer asalto fue decisiva. En ese momento, la eliminatoria se encontraba empatada, pero el ambiente que se palpaba era el de una remontada inminente, como finalmente se produjo con el 3-0 de Russo, un tifón imparable para el Real Madrid. Definió a la perfección, como hizo en otras dos acciones anuladas por el VAR, que la Federación y la Liga F han decidido adoptar después del polémico gol anulado en el clásico de la semana pasada.
Para el Arsenal, era demasiado fácil hacerle daño a las de Toril. Simplemente, con centros precisos se generaba el caos. No existían marcas y mucho menos una resistencia organizada contra el atropello de un Arsenal que viene a confirmar el dominio del fútbol inglés sobre el español. Todo ello, a pesar de los intentos de Linda Caicedo por rebelarse contra el poder anglosajón. Solo al final de la vuelta de cuartos las tropas madridistas supieron jugar en contra de una escuadra a la que valió una media hora arrolladora para demostrar la mortalidad del Real Madrid femenino en los momentos importantes. No solo vale la sangre y el sudor, también se necesita la inteligencia para una competición en la que el Barça se queda como el único representante estatal, una vez más.