Las señales públicas de que la Administración de Donald Trump iba a rivalizar con Europa en este mandato ya eran claras. El presidente llegó a decir que la Unión Europea se había creado para “joder” a Estados Unidos. Su vicepresidente, J.D. Vance, intentó humillar al Viejo Continente con un discurso de Múnich en el que lo describió falsamente como un lugar repleto de censura y manipulación electoral. Pero existía la posibilidad de que todo fuera una estrategia negociadora. Que simplemente estuvieran “ablandando el pulpo” a golpes para debilitarlo y sacar contrapartidas, especialmente económicas.
Esa opción se ha esfumado este lunes, cuando se han conocido mensajes secretos que la cúpula del nuevo gobierno de Washington compartió por error con un periodista del diario The Atlantic en la aplicación de mensajería Signal. La inquina contra Europa la expresan también en privado. Es auténtica.
En el chat en el centro del escándalo del “Signal-gate” lo creó el secretario de Defensa, Pete Hegseth para coordinar y planificar los ataques contra los hutíes de Yemen que, en solidaridad con Gaza, han cerrado parcialmente el tráfico marítimo en el estrecho de Bab el-Mandeb del mar Rojo, gracias al lanzamiento de misiles contra los cargueros que pasan junto a sus costas. En el grupo, al que añadieron por eror al periodista Jeffrey Goldberg, participaban el vicepresidente J.D. Vance; el secretario de Estado, Marco Rubio; el asesor de Seguridad Nacional, Mike Waltz; y la jefa de gabinete de Trump, Susie Wiles, entre otros.
En un momento dado, J.D. Vance abre un debate. Desde su punto de vista, el ataque a gran escala contra los hutíes de Yemen, que finalmente se produjo el pasado 15 de marzo, no era una buena idea. “Creo que estamos cometiendo un error. Solo el 3% del comercio de Estados Unidos pasa por el Canal de Suez, pero es el 40% del europeo. Corremos el riesgo de que el público [estadounidense] no comprenda por qué el ataque es necesario”, argumentaba. Básicamente, le estaban haciendo el trabajo sucio a Europa, y eso iba en la dirección contraria al mantra de América Primero, la idea fuerza más repetida por Trump en campaña. “No creo que el presidente sea consciente de cómo de inconsistente es [este ataque] con su mensaje sobre Europa», añadió Vance. «Corremos un riesgo de moderado a grave de que suba el precio del petróleo. Yo estoy dispuesto a apoyar el consenso que alcance este equipo y guardarme esta preocupación para mí mismo. Pero creo que se puede defender que se retrase [el ataque] un mes mientras hacemos que cale un mensaje de por qué esto es importante, viendo cómo está la economía”.
Pocos minutos después, el asesor de Seguridad Nacional, Mike Waltz, le respondió: “Ya sea ahora o dentro de unas semanas, deberá ser Estados Unidos el que reabra esas rutas comerciales. Por petición del presidente, estamos trabajando con el Departamento de Defensa y el de Estado para determinar cómo recopilar los costes asociados para cobrárselos a los europeos”
Insultos contra Europa
Vance vuelve a escribir pocos minutos después un mensaje mencionando a Pete Hegseth, el responsable de Defensa. “Si crees que debemos hacerlo, hagámoslo. Simplemente odio rescatar a Europa otra vez”. En tres minutos, Hegseth le respondía: “Vicepresidente, comparto contigo tu aversión al comportamiento aprovechado de Europa. Es PATÉTICO. Pero Mike tiene razón, somos los únicos en este planeta, en nuestro bando, que podemos hacerlo. Nadie está cerca siquiera de ser capaz”.
Se sumó a la conversación digital en ese momento “S M”, probablemente el asesor de Trump y subjefe de gabinete Stephen Miller: “Según he escuchado, el presidente ha sido claro: luz verde, pero tenemos que dejar claro a Egipto y a Europa lo que esperamos a cambio. Y debemos ver cómo nos aseguramos de que cumplan. Por ejemplo, si Europa no nos remunera, ¿entonces qué? Si Estados Unidos restaura la libertad de navegación a un gran coste, entonces debe haber alguna ganancia económica a cambio”.
Estados Unidos considera que ha sido el policía de los mares de occidente durante mucho tiempo, gracias a su enorme flota. La doctrina de política exterior de Donald Trump va más allá, y rechaza toda acción que no suponga un beneficio no tangible o a largo plazo. Quiere resultados que se puedan medir en miles de millones de dólares. Y cree firmemente en el llamado juego de suma cero: que la economía de uno debe crearse detrayendo recursos de otro. Así lo describe en su libro “El arte de la negociación”. El “Signal-gate” muestra que las declaraciones que hace en público en ese sentido son la guía política de los miembros de su ejecutivo.
Trump defiende a sus ministros
El escándalo está teniendo también muchas derivadas internas. La comunicación por plataformas de mensajería como Signal está prohibida para los altos cargos, salvo para asuntos organizativos. Pero en ese grupo se volcaron detalles de las armas, los objetivos y el personal. Los republicanos, encabezados por Donald Trump, cargaron durante meses contra Hilary Clinton cuando se supo que usó su correo personal para cuestiones de la secretaría de Estado con Obama. Además de las obvias cuestiones de seguridad, al usar un sistema no oficial, se elude el sistema de documentación de las decisiones ejecutivas al que obliga la ley.
Por el momento, Trump trata de contener el escándalo. La táctica elegida por el republicano y su Gobierno ha sido la de minimizar la importancia de lo sucedido, pese a su gravedad, informa Idoya Noain. En una entrevista con NBC este martes Trump ha asegurado que se trató solo de un «fallo» y ha dicho que «ha resultado no ser grave».