En periodismo hay una frase más antigua que el hilo negro para referirse a la mala praxis: nunca dejes que la realidad te estropee un buen titular. Pues bien, lectores, esa misma frase, con la variación obvia del negociado, se puede aplicar al magistrado del Supremo, Ángel Hurtado, a quien solo le falta tatuarse “nunca dejes que la realidad te estropee una buena imputación”.
Él, el Chuk Norris del negociado las togas y las puñetas, vive feliz en su mundo jurídico en el que el hecho de que haya tres periodistas que afirman haber accedido a los correos inculpatorios del novio de Ayuso mucho antes que el principal imputado no importa. Tampoco importa que otros profesionales de la información, en este caso de El País, hicieran una cronología de lo acontecido que difiere, y mucho, de la tesis del juez que sí o sí sigue obcecado en la culpabilidad del fiscal general del Estado Álvaro García.
En el recurso presentado por la Abogacía del Estado se dice, en referencia al testimonio del periodista de la Cadena Ser, Miguel Ángel Campos, que aseguró en sede judicial haber accedido al correo horas antes que el fiscal, y que le llamó para contratastar esa misma información, minutos antes de que García recibiera los correos: “Nos preguntamos qué sentido tiene en la tesis incriminatoria esa llamada, y cómo puede entenderse que quien dice tener esa información llame a quien se dice que la filtra antes de que este la tenga. Dato totalmente omitido en el auto bajo el genérico no convence”.
Vamos, que para Hurtado el hecho de que Campos llamara al fge en esa hora tan crucial importa no poco sino nada. Pero vuelvo al principio, lectores, ‘nunca dejes que la realidad te estropee una buena imputacion’, y más con lo tiempos que corren para el PP con un Mazón que es, literalmente, un cadáver político. A ver si estos valencianos van a acaparar los titulares y mostrar sus vergüenzas. No por Dios, que ya podemos tener copando esos mismos titulares al Chuck Norris de la Justicia, y a su primo Steven Seagal (Peinado).
Pero es que hay un hecho aún más fundamental, si cabe, en todo este esperpento. Y es que el azote del fiscal general, el periódico El Mundo, fue el primero en hacer referencia al famoso pacto de conformidad con la Fiscalía. Que oye, que igual el periodista tenía una bola de cristal, quién sabe, pero como siempre les digo, lo más sencillo es aplicar el principio de la navaja de Ockhan: la explicación más simple suele ser la correcta.
Y es por eso que desde la Abogacía del Estado afirman sobre la publicación de El Mundo: “fue el primer medio de comunicación en publicar un posible pacto de conformidad entre el Ministerio Fiscal y Don Alberto González Amador (…) no respetaba la realidad de lo acontecido, sí desvelaba que el ahora querellante había reconocido ante la Agencia Tributaria diversas irregularidades fiscales”.
Y es justo en este punto del recurso cuando la Abogacía se desliza con algo, a mi juicio, crucial, y es la pérdida de la confidencialidad, que tengo le gusta repetir a Hurtado que había, puesto que el novio de la lideresa Ayuso “reveló por sí o por terceros que existía una negociación, lo que se trasladó en una noticia de El Mundo y en un tweet del testigo D. Miguel Ángel Rodríguez”.
Además, que como bien recuerdan, el correo de abogado no solo se envió a la Fiscalía. Un correo que “contenía elementos relativos a la existencia de una negociación de conformidad, incluidas las penas a pactar”. “Ese núcleo sensible que parece apreciarse al filtrarse el correo de 2 de febrero es la existencia de una negociación de conformidad. Toda negociación de conformidad supone la asunción por el investigado de su responsabilidad criminal, esto es, la comisión del delito por el que se le investiga. No hay negociación de conformidad sin esa premisa. Pues bien, la existencia de negociaciones de conformidad, ese núcleo inviolable, era pública antes de que el fiscal general supiese siquiera el contenido concreto de los correos controvertidos”.
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