Nate Watson ha llegado a Zaragoza con un complicado reto por delante. El americano fue el elegido por el Casademont para sustituir a Jilson Bango. Palabras mayores. Una ardua tarea que el pívot asumió con ambición. «Voy a dar todo. Quiero demostrar que puedo jugar en la mejor Liga de Europa», subrayó Watson en su presentación. Y, por el momento, el estadounidense ha demostrado en los pocos partidos que lleva que condiciones físicas le sobran y que puede ser un jugador realmente útil en la ACB.
El interior tuvo la mala suerte de contraer un virus estomacal nada más aterrizar en la capital aragonesa y tanto su rendimiento como su participación se resintieron en sus primeras actuaciones. Además, Porfirio Fisac le ha ido introduciendo en su rotación progresivamente y tampoco ha acumulado demasiados minutos de media. Pero, en lo que ha jugado, a Watson parece que se le caen los puntos de las manos. El americano tiene la canasta entre ceja y ceja y aprovecha su explosividad y sus buenos movimientos en la pintura para castigar a los rivales con aparente facilidad.
La mejor muestra de ello fue la actuación que protagonizó el pívot en el Palau en los 15 minutos que jugó. Watson sumó 14 puntos con un gran 77% de acierto en tiros de campo (7 de 9) y dio una sensación de superioridad constante ante un rival como el Barcelona, sobre todo en la primera parte. Esos 14 puntos son su tope anotador hasta el momento con el Casademont, quedando los partidos ante el Valencia Basket y ante el Unicaja por detrás, en los que anotó 8 puntos con incluso menos minutos de los que disputó ante los catalanes.
Su promedio de acierto en el lanzamiento es un 62,5 por ciento e incluso se ha mostrado fino en la línea de tiro libre (5 de 6), desde donde nunca se ha mostrado fiable durante su carrera. Su confianza cara al aro rival hace presagiar que cuando al americano se le den más minutos, él es un jugador que puede llegar con relativa facilidad en algunos partidos a sumar alrededor de 20 puntos.
La pregunta, pues, es evidente. ¿Por qué Fisac no confía más en él y le pone a jugar más? La respuesta también es bastante clara. Porque, por el momento, Watson está siendo fácilmente superado por sus rivales en su propia canasta y sus lagunas defensivas están siendo bastante evidentes. «Le falta por encontrar su espacio dentro del grupo, se tiene que adaptar. Debe ser más duro y dominar un poco más la zona de rebote en ambas canastas», advirtió Porfirio Fisac hace tan solo unos días.
Potencial
El poco dominio de su propia pintura, al igual que la comentada capacidad anotadora, también se pudo comprobar en el encuentro frente al Barcelona, duelo en el que Nate Watson, a pesar de su 2,08 de altura y su potencia física, no logró coger ningún rebote. Una estadística difícilmente entendible a pesar de que su promedio en esta estadística no es mucho mejor. En los otros tres partidos que disputado en la ACB, Watson solo ha sido capaz de coger dos rebotes en cada uno.
Esta situación, sumada a la facilidad que tiene para cargarse de faltas (algo que afecta luego a su manera de defender), hace que el técnico del Casademont no acabe de darle galones al americano. Porque el potencial que se le vislumbra al jugador, con contrato hasta 2027, es esperanzador. Pero las dos caras que está mostrando Nate Watson, la de cal y la de arena, hacen que todavía muchos, incluido su entrenador, se sigan acordando de Jilson Bango.