En el ámbito académico, Columbia ha acordado nombrar un nuevo vicerrector senior encargado de revisar exhaustivamente los programas de estudios regionales, comenzando específicamente con el Medio Oriente.
El Departamento de Estudios de Medio Oriente, Asia del Sur y África será colocado bajo «administración académica» durante al menos cinco años, comprometiendo efectivamente su autonomía académica.
Para abordar las acusaciones de antisemitismo, la universidad adoptará una nueva definición oficial de este término y ampliará su Instituto de Estudios Israelíes y Judíos con el objetivo declarado de promover la «diversidad intelectual». Estos cambios incluyen el fortalecimiento de la programación en su Centro de Tel Aviv y el desarrollo de un currículo para educación K-12 enfocado en «conversaciones difíciles» y antisemitismo.
Militarización del campus
Un componente central de los cambios es el aumento significativo de poderes otorgados a la seguridad universitaria. La universidad ha concedido autoridad expandida a 36 oficiales de policía del campus, permitiéndoles realizar arrestos y expulsar a estudiantes de las instalaciones cuando lo consideren necesario. Esta “militarización” del campus representa un cambio fundamental en la atmósfera universitaria tradicionalmente abierta.
Estas políticas han generado una ola de críticas entre profesores, estudiantes y organizaciones defensoras de derechos civiles. Numerosos miembros del profesorado han expresado preocupaciones sobre el efecto intimidatorio que estas políticas tendrán sobre la libertad de cátedra y la capacidad de abordar temas políticamente sensibles en contextos académicos. Algunos han señalado que estos cambios representan una intrusión sin precedentes del gobierno federal en la gobernanza universitaria.
Una veintena de académicos de derecho institucional han publicado incluso un artículo denunciando que “el gobierno no puede amenazar con recortes de fondos como herramienta para presionar a los beneficiarios para que supriman la libertad de expresión protegida por la Primera Enmienda”.
Atentado a la libertad académica
Los cambios impuestos a Columbia plantean interrogantes serios sobre la independencia de la investigación académica, particularmente en áreas políticamente sensibles. La colocación de un departamento universitario bajo «administración académica» podría resultar en autocensura entre investigadores y profesores, limitando la exploración de perspectivas críticas o controversiales.
Jonathan Zimmerman , historiador de educación en la Universidad de Pennsylvania, señala que «históricamente, no hay precedentes de esto. El gobierno está usando el dinero como arma para microgestionar una universidad». La posibilidad de que se establezcan «líneas rojas» en torno a ciertos temas podría inhibir la producción de conocimiento innovador.
Además, el caso de Columbia establece un precedente preocupante para otras instituciones académicas en Estados Unidos. Harvard, MIT, Stanford y otras instituciones de élite están actualmente bajo investigaciones similares, y podrían enfrentar presiones para adoptar cambios comparables en sus políticas.
Esta tendencia podría homogeneizar el panorama educativo superior americano, reduciendo la diversidad de perspectivas y enfoques que ha sido históricamente una fortaleza del sistema universitario estadounidense.
Desafío a la autonomía universitaria
La intervención gubernamental en Columbia representa por último un desafío directo al principio de autonomía universitaria, una tradición democrática fundamental que ha permitido a las instituciones académicas estadounidenses florecer como espacios de innovación intelectual independientes de presiones políticas directas.
Estados Unidos ha mantenido un liderazgo global en educación superior e investigación debido en gran parte a la independencia de sus instituciones académicas. La interferencia gubernamental directa amenaza esta posición, potencialmente desalentando a académicos internacionales de unirse a instituciones americanas y reduciendo la capacidad de atraer talento global.
Como resultado, los cambios impuestos a Columbia podrían tener efectos en los rankings internacionales, financiación privada y colaboraciones con instituciones extranjeras. La percepción de que las universidades estadounidenses están perdiendo su autonomía podría deteriorar su reputación internacional.
El problema de fondo es que las universidades han funcionado históricamente como espacios cruciales para el desarrollo del pensamiento crítico y el debate democrático. Las restricciones a la expresión estudiantil y la supervisión gubernamental de contenidos académicos limitan esta función esencial, potencialmente reduciendo la capacidad de las universidades para contribuir al discurso democrático.