Ferit ha llegado a casa completamente alterado. La bofetada de Kazim ha sido solo el principio, pero lo que lo ha destrozado de verdad ha sido la negativa de Seyran. Ella ha dejado claro que no quiere seguir con él y todo apunta a que el divorcio es inevitable.
Sin pensarlo demasiado, se ha plantado delante de İfakat y le ha soltado la noticia: “No quiero seguir con Seyran. Haz lo que tengas que hacer, pero quiero este matrimonio terminado cuanto antes”.
İfakat, que lleva esperando este momento mucho tiempo, ha ocultado su satisfacción, pero por dentro no ha podido alegrarse más. Siempre ha querido deshacerse de Seyran, esa muchacha respondona que jamás ha aceptado su autoridad. Para ella, Pelin debe ser la futura esposa de Ferit, y ahora todo parece ponerse a su favor.
Pero Ferit no ha sido sincero consigo mismo. Ha hablado desde el rencor, desde el dolor. Ha repetido que ya no quiere a Seyran, e Ifakat ha echado más leña al fuego: «Ni ella ni su familia te merecen».
Y ahí se ha roto. Ferit ha comenzado a llorar sin consuelo, culpando a su tía de haberlo casado con Seyran. «Estoy sufriendo demasiado, ¿qué me hiciste, tía?,» le ha dicho, dejando claro que, pese a todo, su amor por Seyran sigue ahí.
Mientras tanto, en la casa de los Sanli, la tensión también ha explotado. Seyran está consumida por la rabia. Suna no entiende por qué su hermana no deja el pasado atrás. Sabe que Ferit y ella se aman, pero Seyran ha sido tajante. «Ya no hay vuelta atrás». ¿Es este el verdadero final de Seyran y Ferit?