Era un auténtico desconocido. Era invierno de 2019 y el hombre de mediana edad, gafas, ni alto ni bajo, bien afeitado y con la clásica cara de político —sonriente, risueño, que busca agradar— se enfrentaba a una tarea claramente imposible: ganarle por primera vez al partido del Gobierno turco, el Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP, en turco), que desde 1994 dirigía la alcaldía de Estambul.
No iba a pasar, anunciaban todas las encuestas, era algo impensable, tanto por motivos históricos como porque el candidato del presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, no era otro que el primer ministro del país, Binali Yildirim, un peso pesado dentro de la Administración de Erdogan, que gobierna Turquía desde 2001.
Pero pasó, y pasó dos veces: Imamoglu ganó ese invierno las elecciones a Yildirim por un pequeño margen, y el gobierno, entonces, decidió cancelar la votación, repetirla unos pocos meses más tarde. En junio de 2019, tres meses después, Imamoglu ganó de paliza a Yildirim.
Y el político, miembro del principal partido de la oposición turca, el socialdemócrata Partido Republicano del Pueblo (CHP, en sus siglas en turco), se convirtió en estrella.
A partir de entonces, su figura cambió. Imamoglu empezó a ser considerado como el próximo contendiente; el destinado, dentro de la oposición, a enfrentarse a Erdogan, político que ha convertido su larga carrera política —que empezó, precisamente, en 1994 en la alcaldía de Estambul— en una carrera de supervivencia y de victorias electorales aplastantes cuando nadie lo espera.
Imamoglu, así, iba a ser declarado este domingo 23 de marzo como el candidato oficial del CHP en las próximas elecciones presidenciales. Su detención, este miércoles, en una macroperación policial —y la subsiguiente ola de protestas en toda Turquía— lo deja todo en el aire.
«Imamoglu es el único político en Turquía que ya le he ganado a Erdogan en varias elecciones municipales. Aunque sus contrincantes, oficialmente, eran candidatos de alto calibre nombrados por Erdogan, era el propio presidente turco el que lideraba las campañas electorales. Sus candidatos en repetidas ocasiones perdieron con un margen que Erdogan jamás pudo imaginar», explica el profesor de la Universidad de Hacettepe, en Ankara, Baris Tugrul.
«Erdogan sabe perfectamente que Imamoglu le ganaría en unas elecciones libres, aunque no fuesen justas. Le tiene miedo porque en él se ve a sí mismo: un líder carismático que sabe movilizar a las masas, con un enorme potencial de captar votos. No solo gusta a los propios votantes votantes fieles al CHP, sino que incluso es popular entre los sectores conservadores moderados y kurdos, que tienen mucho peso en la política turca. Imamoglu es igual de populista que Erdogan, sólo que de centroizquierda en vez de islamista y conservador», continúa el sociólogo.
Un candidato plural
Imamoglu, a diferencia de todos los demás políticos de la oposición, ha conseguido algo único en Turquía: ha sido capaz de agradar, convencer —y recibir votos— tanto de islamistas como de seculares; tanto nacionalistas turcos como kurdos. «No es tan solo una figura de nuestro partido. Es una figura de unión de varios partidos y formaciones«, explica Gökhan Günaydin, diputado por Estambul y portavoz segundo del CHP en el Parlamento turco.
Günaydin se declara amigo personal del detenido alcalde de la gran metrópolis turca. «Es un demócrata, un hombre moderno y, sobre todo, alguien con muchísimo sentido común. Y no se deja doblegar por la presión. Esto creo que lo ha recibido de su madre, a la que conozco muy bien», continúa el diputado, que destaca otro aspecto de Imamoglu. El político es del mar Negro, una de las regiones más conservadoras, nacionalistas e islamistas de Turquía. Ser de allí le da credenciales ante una parte de la población que tradicionalmente vota por Erdogan, cuyos orígenes están también en la misma zona.
Las similitudes no acaban ahí. Erdogan e Imamoglu han tenido negocios de construcción antes de lanzar sus carreras políticas y ambos se declaran religiosos y futboleros a la vez. Erdogan, de joven, estuvo a punto de convertirse en futbolista profesional en el Fenerbahçe; Imamoglu, peor jugador, formó parte del equipo directivo del también histórico Trabzonspor.
«Imamoglu representa a un líder carismático con una historia personal potente y unas ideas que han conseguido trascender los cánones tradicionales de la política turca», explica Samuele Abrami, experto y miembro del think tank CIDOB, de Barcelona. «Encarna el ‘ala reformista’ dentro del CHP, que intenta sacar el partido de su antigua visión exclusivista nacionalista, para acercarlo a una visión más inclusiva. Su fuerza reside en que ha sido capaz se sintetizar, en vez de antagonizar, las almas seculares, religiosas, progresistas y conservadoras del espectro sociopolítico turco, añade Abrami.
«Para mí, es muy fácil. Erdogan va contra Imamoglu porque pierde en las encuestas contra él. Así de sencillo. Y esto no es nuevo —asegura Günaydin—. Ya pasó en 2019 y en 2024. Parece claro que Imamoglu podría realmente derrotar a Erdogan. Por eso le encarcelan. Por eso le bloquean».