El PP aparca a 2026 sus congresos de Valencia y de Cataluña

Ni Valencia ni Cataluña. Génova ha decidido dar cerrojazo al debate interno sobre las citas congresuales de estos dos territorios, por motivos diferentes, pero con un nexo común: evitar abrir nuevos frentes internos. Como pronto, se celebrarán el año que viene, admiten fuentes de la dirección nacional, aunque eso suponga saltarse los estatutos que ellos mismos se han dado.

Ahora mismo la situación más delicada es la de la Comunidad valenciana. Carlos Mazón no sólo es el presidente de la Generalitat sino también del partido en la región y Alberto Núñez Feijóo ha decidido no mover ficha ni en un sitio ni en otro. De momento no se cuestiona su continuidad, incluso el líder del PP ha justificado el pacto presupuestario con Vox , del que, aseguran, estuvo puntalmente informado. El
valenciano cumplió «con su deber», dijo el pasado jueves desde Bruselas. También legitimó su próxima presencia en el congreso de los populares europeos que se celebra los días 29 y 30 de abril en la capital del Turia. Ya informó este medio que, incluso, deberá tomar la palabra como anfitrión de la cita conforme a los usos y costumbres de la cita.

De momento, los populares ganan tiempo con un ojo puesto en la jueza de Catarroja, Nuria Ruiz, quien tiene en su mano el botón rojo de la continuidad de Mazón una vez que ha imputado a la que fuera su consejera de Justicia e Interior, Salomé Pradas. Declara ante la magistrada el 11 de abril y puede determinar el curso de la investigación y el futuro del presidente de la Generalitat si, finalmente, decide
elevar la causa al TSJ de la Comunidad Valenciana para que le llame Mazón en calidad de investigado.

«No se entendería que, en mitad de la recuperación de Valencia, nos dedicáramos a debatir sobre cuestiones internas», dicen en Génova

Pero incluso ante la hipótesis de un desencadenante que trastoque la estrategia de mantenerle para liderar la reconstrucción tras a Dana de octubre pasado, la cita congresual puede esperar. «No se entendería que, en mitad de la recuperación de Valencia tras la Dana, nosotros nos dedicáramos a debatir sobre nuestras cuestiones internas», aducen en la dirección popular ante un cónclave que debía celebrarse este mismo verano. De paso, se evitan en Génova abordar la continuidad de Mazón como líder de los populares valencianos.

Aunque la convocatoria de los congresos regionales son competencia de sus respectivas Juntas Directivas, según el artículo 31 de los estatutos, nada se decide sin el concurso de Génova y hoy por hoy la consigna es que «no hay que distraer la atención», apostilla otro destacado miembro del organigrama popular, aunque todo depende de si el valenciano resulta imputado. Alos populares les resultaría muy difícil, por no decir imposible, justificar el sostenimiento de un presidente autonómico investigado por la Justicia cuando se han desgañitado pidiendo la dimisión del Fiscal General del Estado, Álvaro García Ortiz, con causa abierta en el Supremo por revelación de secretos en el caso de la pareja de Isabel Díaz Ayuso.

La pax catalana

El escenario Cataluña es muy distinto, pero, precisamente por ello, no quieren abrir grietas en una situación que ha alcanzado un punto de estabilidad nada desdeñable. La dirección nacional del PP decidió enterrar el hacha de guerra contra el presidente del PP catalán, ese verso suelto que se llama Alejandro Fernández, asumiendo un liderazgo que les ha vuelto a poner en órbita en el Parlament, incluso rompiendo su habitual aislamiento de poco menos que apestados. Para qué romper la nueva pax romana, se dicen los populares.

En todo caso, Génova no está ociosa. Intenta recomponer los restos de un partido que «se desmoronó cuando nos quedamos en tres escaños» en las autonómicas catalanas del 14 de febrero de 2021. Las estructuras se resintieron, las juntas locales desaparecieron, incluso tuvieron serias dificultades para confeccionar listas en ayuntamientos donde habían gobernado y otros municipios como Salt -ayuntamiento de Gerona donde se han producido enfrentamientos con la población de origen musulmán a raíz del desahucio de un imán- en el que Vox tiene cuatro concejales y el PP ninguno.

Choque sobre el modelo de relaciones con Junts

Precisamente uno de los principales reproches que se le ha dirigido siempre a Fernández ha sido su poco interés por lo orgánico, a decir de algunos de sus compañeros de partido. En todo caso, la relación con Génova ha normalizado bastante a pesar de las diferencias estratégicas que mantienen en torno a cuestiones tan nucleares de presente y de futuro como las relaciones con Junts, tanto en Cataluña como en Madrid. No ha dejado de ser, en ese sentido, una china en el zapato, pero si bien incluso después de las exitosas elecciones del 12 de mayo del año pasado, -en que quintuplicó su representación- la dirección nacional no abandonó la idea de buscarle un sustituto, esa ansia parece atemperada.

Pero la «alergia» de Génova por convocar procesos congresuales regionales es contagiosa al ámbito estatal. Desde febrero de 2017 no se celebra un congreso nacional de carácter ordinario, con ponencias políticas, sociales, económicas y estatutarias a debate. Y es que tanto los congresos de julio de 2018 como de abril de 2022 tuvieron carácter extraordinario; el primero tras la dimisión de Mariano Rajoy, con la elección de Pablo Casado, el segundo, tras la defenestración de éste y el desembarco de Alberto Núñez Feijóo. En Génova argumentan que el próximo cónclave toca cuatro años más tarde, esto es, en 2026, porque adelantarlo supondría darle de nuevo carácter extraordinario.

Ni congresos ni convenciones

Pero no sólo, porque estatutariamente, los años sin congreso o elecciones generales deben celebrar una convención política y hay que volver a echar la mirada atrás en la hemeroteca para encontrar cuál fue la última: en 2021. Bajo el liderazgo de Feijóo no se ha convocado ni el año pasado ni tampoco está en agenda este 2025, contra el criterio de sectores del partido que defienden la necesidad de un debate a fondo para actualizar el corpus ideológico del primer partido de la oposición y el más votado de España. La incertidumbre en torno a la duración de la legislatura es uno de los argumentos para justificar la inoportunidad de abrir debates de índole interno, aunque en otras ocasiones fueran el trampolín perfecto para impulsar el proyecto.

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